Tecnología

The Velvet Sundown es el último éxito en Spotify, pero no existe: es una banda creada con IA

La historia de The Velvet Sundown podría parecer una fábula del siglo XXI. Con más de 850.000 oyentes mensuales en Spotify, se han convertido en fenómeno viral, pero nadie puede afirmar con certeza si son reales, humanos o simplemente una línea de código, pero todo apunta a que han sido creados con inteligencia artificial desde sus melodías hasta las fotos de sus cantantes.

Desde que apareció en Spotify, The Velvet Sundown ha acumulado cientos de miles de reproducciones. Su música encaja con lo que muchos buscan: indie melódico, letras evocadoras y un sonido pulido. Sin embargo, algo no cuadra. Ninguno de sus cuatro supuestos miembros ha dado una entrevista, ni existen perfiles personales rastreables en redes sociales. Tampoco hay grabaciones en directo ni evidencias de actuaciones.

El fenómeno de The Velvet Sundown: una banda sin identidad

La revista Rolling Stone llegó a citar a un supuesto portavoz de la banda, un tal Andrew Frelon, quien confesó que las canciones habían sido generadas usando Suno, una herramienta de inteligencia artificial. Pero pronto se reveló que Frelon no existía: era parte de un engaño diseñado para confundir a los medios. La propia banda, desde su página en Spotify, niega conocerlo y afirma que incluso el perfil de X que actúa como su cuenta oficial es falso.

La confusión no ha frenado la atención mediática, sino que la ha alimentado. Y, como toda buena historia moderna, cuanto menos clara parece, más viral se vuelve.

Inteligencia artificial en la música: creatividad o clonación

La tecnología ya ha cambiado la manera en que consumimos música. Pero con herramientas como Suno, la producción misma está en juego. Estas plataformas permiten crear canciones completas con apenas unas frases o indicaciones de estilo. Voz, melodía, ritmo y letra, todo en cuestión de segundos.

Para plataformas como Spotify, este tipo de contenido genera dilemas éticos y comerciales. Daniel Ek, su CEO, ha dicho que no planea prohibir la música generada por IA, aunque rechaza que se utilice para imitar a artistas reales. Sin embargo, esto plantea una pregunta inevitable: si una IA puede crear algo que "suena" como música legítima, ¿cómo diferenciamos lo auténtico de lo simulado?

Deezer ha sido más firme: su detector de IA marcó la música de The Velvet Sundown como "100% generada por inteligencia artificial". Pero aunque se confirme esta sospecha, ¿qué se puede hacer legalmente si no hay derechos claramente violados?

El vacío legal: Artistas reales frente a máquinas creativas

El caso de The Velvet Sundown ha encendido alarmas entre músicos y colectivos de derechos de autor. Artistas como Elton John y Dua Lipa ya han protestado por la utilización de obras humanas para entrenar inteligencias artificiales sin consentimiento. Exigen una legislación que proteja la propiedad intelectual frente al avance de estas herramientas generativas.

En el Reino Unido, los intentos por incluir la cuestión del copyright en el debate sobre IA fracasaron en el Parlamento. El Gobierno ha prometido una consulta específica sobre el tema, pero no hay fechas ni compromisos concretos. Mientras tanto, los artistas sienten que su trabajo está siendo usado como materia prima para crear imitaciones sin reconocimiento ni retribución.

Ed Newton-Rex, fundador de Fairly Trained, lo resume sin ambages para la CNN: "Esto es exactamente lo que temíamos. Es robo disfrazado de competencia".

Una tendencia más allá de la música

La historia de The Velvet Sundown no es solo un fenómeno musical. Es un espejo de una sociedad que empieza a perder las referencias de lo que es real. Igual que ocurrió con los deepfakes en política o las noticias falsas en redes sociales, ahora también la cultura y el arte corren el riesgo de disolverse en una nube de simulaciones.

La profesora Gina Neff, de la Universidad de Cambridge, alerta de esta erosión: "Nuestra capacidad colectiva para distinguir la realidad se está debilitando. Historias como esta reflejan ese temor de que estamos perdiendo el control sobre la IA y lo que significa la autenticidad".

La industria musical se enfrenta a una encrucijada. Por un lado, la IA promete eficiencia, versatilidad y una democratización sin precedentes. Por otro, amenaza con socavar el papel del artista como creador y alma del proceso.

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