
¿Qué ocurre cuando la empresa que marcó el ritmo de la innovación durante dos décadas empieza a perder el paso? ¿Cuándo los productos que antes asombraban ahora generan indiferencia, y sus promesas tecnológicas se postergan por falta de preparación? Esa es la pregunta que sobrevuela Cupertino desde que Apple anunció —y luego retrasó— su gran salto hacia la inteligencia artificial. Siri, el asistente que llegó antes que Alexa o Google Assistant, es hoy el símbolo de una ambición ralentizada.
Cada vez son más las voces que creen que Apple se ha pasado los últimos cinco años poniendo el foco donde no tocaba. Mientras han aparecido nuevos actores como OpenAI o Google se ha actualizado, Apple ha centrado recursos y esfuerzo en las Vision Pro o el fallido proyecto del coche.
En una época donde la IA no solo transforma industrias, sino que redefine cómo trabajamos, conversamos y decidimos, Apple parece haber encendido los motores demasiado tarde. Y no lo dice cualquier analista: lo afirma Mark Gurman, quizá la voz más informada del mundo Apple, quien ha revelado de forma reciente un relato interno de decisiones fallidas, prioridades mal gestionadas y un retraso que podría costarle caro a la empresa más valiosa del planeta.
Apple y su momento "Maps": cuando el futuro se retrasa
Durante la presentación de la WWDC de 2024, Apple anunció una Siri completamente nueva. El objetivo era ambicioso: un asistente que comprendiera el contexto, cruzara datos personales y ejecutara acciones útiles sin pasar por aplicaciones. Una especie de copiloto universal.
Sin embargo, al igual que ocurrió con el desastroso lanzamiento de Apple Maps en 2012, la promesa era mayor que la realidad. A pocos días de su despliegue, Apple tuvo que aplazar su lanzamiento. ¿La razón? La tecnología no funcionaba de forma fiable. Según Gurman, internamente se hablaba de un nivel de acierto inferior al 66%.
La comparación con Apple Maps no es gratuita. En aquel entonces, Apple tardó años en recuperar la confianza del público. Pero la IA no se mueve a ese ritmo. Aquí, cada trimestre perdido equivale a generaciones tecnológicas completas. OpenAI, Google y Meta evolucionan con una cadencia que no espera a nadie.
La lenta fractura del liderazgo interno
Gurman señala que el retraso de Siri no es un problema aislado. Es el síntoma de una estructura interna rota. Craig Federighi, vicepresidente de software, y Jon Giannandrea, responsable de IA, han chocado en su visión del futuro. Mientras uno es escéptico sobre el valor de los asistentes conversacionales, el otro perdió autonomía y ahora se limita a funciones de investigación básica.
Además, Apple fue tacaña con la compra de servidores y GPUs necesarios para entrenar modelos modernos. Según Gurman, el equipo de IA solicitó decenas de millones en hardware, pero el CFO Luca Maestri impuso una estrategia de gasto conservadora. El resultado: mientras la competencia desplegaba LLMs de trillones de parámetros, Apple trabajaba con modelos de 3.000 millones en local y 33.000 millones en la nube. Muy lejos de lo que la industria ya considera estándar.
Todo esto hace pensar que el problema no es únicamente técnico. Es una cuestión de liderazgo. Una empresa famosa por su coordinación vertical hoy aparece como una orquesta desincronizada, donde el marketing va por un lado y la ingeniería por otro.
Siri, de pionera a rezagada
En 2011, Siri fue el primer gran asistente virtual del mercado. Su llegada con el iPhone 4S marcó el inicio de la interacción por voz en el móvil. En esos primeros años, tenía una ventaja competitiva real. Pero Apple no supo mantenerla.
Mientras Amazon, Google y Microsoft invertían en IA, Apple dejó a Siri estancada. No integró bien nuevos servicios, no entendía contexto y se limitaba a funciones básicas. Incluso en 2024, muchos usuarios siguen recurriendo a otros buscadores o asistentes para tareas que Siri no ejecuta correctamente.
Hoy, la gran promesa es Apple Intelligence, una suite de funcionalidades que, entre otras cosas, permitirá crear emojis personalizados o resumir textos. Pero el núcleo sigue siendo Siri, y si Siri no funciona, todo el castillo se tambalea.
La estrategia reactiva de Tim Cook
Durante casi una década, Apple ha operado como una empresa reactiva. Tim Cook ha sido un gestor brillante de operaciones, márgenes y relaciones institucionales. Pero para muchos no es un visionario como lo fue Steve Jobs.
En el ámbito de la IA, esto se nota más que nunca. Mientras Satya Nadella convierte a Microsoft en la plataforma de referencia para empresas con Copilot y Azure, y Sundar Pichai hace de Gemini un nuevo paradigma para Android, Apple apenas empieza a moverse. Y cuando lo hace, lo hace con cautela, sin asumir riesgos reales.
Cook apuesta por la privacidad como ventaja diferencial. Pero Gurman es tajante: si Apple tuviera la capacidad de construir modelos tan avanzados como ChatGPT, no hablaría de privacidad, hablaría de poder.
Alianzas a la desesperada: OpenAI como salvavidas
En un giro llamativo, Apple anunció una alianza con OpenAI para integrar ChatGPT en sus dispositivos. Muchos lo ven como un parche temporal. Apple no quiere —ni puede— competir todavía en igualdad de condiciones, así que se alía con quien sí tiene el músculo tecnológico.
Este movimiento abre otra pregunta: ¿cuánto podrá Apple mantener su discurso de integración cerrada si depende de terceros para sus funciones más avanzadas?
Gurman no descarta que Apple termine por "blanquear" los modelos de OpenAI, integrándolos profundamente sin mencionar su procedencia. Algo similar a lo que hace Samsung con Gemini. Para el usuario medio, lo importante es que funcione. Pero para Apple, esto sería un cambio profundo en su filosofía.
¿El fin del iPhone como motor de futuro?
Otro factor que pone presión sobre Apple es la falta de entusiasmo en el mercado del iPhone. Las cifras de ventas se estancan. En China, han caído un 11%. Y cada vez más usuarios esperan más tiempo para renovar sus dispositivos.
En este contexto, la IA no es solo una oportunidad. Es una necesidad. Apple debe encontrar una nueva fuente de diferenciación. Y Siri —si alguna vez funciona como debe— puede ser esa llave. Pero el reloj corre.
Gurman plantea un escenario realista: Apple podría tardar dos o tres años en igualar lo que hoy ya hacen sus competidores. En el mejor de los casos, en 2027, estará donde Google estaba en 2024.
Una oportunidad aún abierta
Pese a todo, Apple no está fuera del juego. Su base instalada de usuarios es masiva. Su integración entre hardware y software sigue siendo su fortaleza. Y si logra ponerse al día en IA, puede reconvertir esa fuerza en ventaja competitiva.
Pero para lograrlo, debe tomar decisiones duras: invertir agresivamente, comprar talento, asumir fallos y, quizá, rediseñar su estructura interna. Porque como dijo Gurman, la IA no es como Apple Maps. No se puede arreglar con paciencia. Es una carrera que no espera.