
¿Qué harías si uno de los cerebros tras la tecnología que puede reemplazarte te avisara, en persona, de que está a punto de hacerlo? ¿Le creerías? ¿O lo acusarías de exagerar? Dario Amodei, CEO de Anthropic y uno de los cerebros más influyentes en la industria de la inteligencia artificial, lo ha dicho sin rodeos: "Esto viene, será rápido y nadie está preparando".
Y sí, se refiere a la pérdida de empleos por la IA, pero no solo los que estábamos pensando hasta ahora. La alerta no llega de un teórico agorero ni de un activista marginal. Es el mismo hombre que acaba de presentar Claude 4, uno de los modelos de IA más avanzados del mundo, con capacidades tan afinadas que ya pueden suplantar tareas cognitivas complejas.
En una entrevista con Axios, Amodei ha levantado la mano, ha pedido atención y ha señalado con el dedo hacia un futuro donde los trabajadores de cuello blanco —sobre todo los más jóvenes— pueden quedar fuera del tablero en cuestión de meses.
Según su opinión, entre un 20 y un 40 por ciento de los empleos de oficina desaparecerán por el auge de la IA en los próximos 5 años. No más, ni menos… ¿pero que hay tras sus declaraciones?
La gran paradoja: construir la tecnología que amenaza tu empleo
La escena parece sacada de una novela de ciencia ficción distópica. Dario Amodei, después de presentar Claude 4 —un sistema capaz de programar, negociar y hasta chantajear con información personal en determinadas simulaciones— dice: "Estamos a punto de provocar una disrupción económica masiva".
Anthropic, como otras compañías líderes en IA como OpenAI, Google y Meta, está desarrollando modelos de lenguaje que superan ya el rendimiento humano en múltiples tareas. Estas herramientas, llamadas agentes, no sólo ayudan a realizar trabajos, sino que pronto los harán por completo. Lo inquietante es la velocidad: lo que ahora se vende como apoyo se convertirá en sustitución total en menos de cinco años.
Amodei lo asume con la misma calma que un piloto que informa de una tormenta inminente. "No se trata de frenar el tren, sino de dirigirlo unos grados antes de que sea tarde", afirma. La frase es una llamada a la acción política, empresarial y social que, sin embargo, sigue sin encontrar eco suficiente.
Una crisis invisible: cuando el cambio llega sin avisar
La historia de las revoluciones industriales está plagada de momentos en los que el cambio tecnológico superó la capacidad humana de adaptación. Pero lo que diferencia esta etapa es la simultaneidad y amplitud del impacto. Desde desarrolladores junior hasta abogados noveles, desde asistentes administrativos hasta redactores, la IA tiene ya herramientas listas para absorber sus funciones.
Las empresas lo saben y lo discuten en privado. Algunas, como Microsoft, Walmart o CrowdStrike, ya han comenzado a reducir plantillas. Meta ha dejado claro que en 2025 prescindirá de buena parte de sus programadores de nivel medio, sustituidos por sistemas como los que Amodei desarrolla. El ahorro económico es tentador. La presión por ser más competitivos, también. El resultado: miles de empleos en pausa, esperando si los agentes de IA los pueden hacer mejor.
Pero el trabajador medio no es consciente. "El relato dominante aún pinta a la IA como un asistente útil, no como un reemplazo", dice el CEO, que cree que para eso queda muy poco. Las alertas son ignoradas o ridiculizadas. Y lo que hoy parece una exageración, mañana puede ser irreversible.
¿Y si esta vez no hay red de seguridad?
La historia también nos enseña que muchas tecnologías destruyeron empleos pero, con el tiempo, crearon muchos más. Desde la mecanización del campo hasta Internet. Pero esta vez, dicen los expertos, hay una diferencia esencial: la rapidez. Lo que antes ocurría en décadas, ahora sucede en años o incluso meses.
Además, la IA no se limita a un sector. Su capacidad de impacto es horizontal: afecta desde la medicina hasta el márketing, desde la ingeniería hasta la atención al cliente. ¿Cómo se reestructura un mercado laboral cuando no hay tiempo para la transición? ¿Qué pasa cuando la escalera profesional se rompe desde el primer peldaño?
Aneesh Raman, de LinkedIn, lo resumía con claridad: la IA está quebrando los peldaños más bajos de la carrera profesional. Los trabajos de entrada, que antes servían para aprender, ya no serán necesarios. Y sin esos escalones, millones de jóvenes se quedarán sin forma de subir.
Soluciones posibles: advertir, educar, redistribuir
Amodei no es un apocalíptico. Más bien se ve como un centinela. En su conversación con Axios, propone varias medidas concretas para mitigar el impacto de la automatización masiva:
- Concienciar desde ahora: con índices como el Anthropic Economic Index, que mide el uso de IA por sector, busca que tanto gobiernos como empresas entiendan dónde y cómo se están reemplazando trabajos.
- Formar a los trabajadores: usar la IA para mejorar tareas existentes puede dar margen de adaptación a millones de personas. Pero requiere que las empresas eduquen a sus plantillas en lugar de sustituirlas de inmediato.
- Implicar a los legisladores: hoy, la mayoría del Congreso de EE. UU. es ajena a la magnitud del cambio que se avecina. Se necesitan comités específicos y sesiones informativas para que puedan legislar con conocimiento de causa.
- Redistribuir beneficios: Amodei propone un impuesto simbólico pero potente. Una "tasa por token" del 3?% sobre cada uso rentable de modelos de IA, destinada a financiar programas sociales, formación o renta básica. "No va en mi interés económico, pero sería una solución razonable", dice.
Estas ideas apuntan a lo esencial: no se trata de frenar el progreso, sino de acompañarlo con políticas que impidan un colapso social.
Amodei cree que lo que está en juego no es solo el empleo, sino la democracia
La concentración del poder económico en manos de quienes controlan la IA es otro de los temores de Amodei. Si grandes empresas consiguen operar con menos trabajadores, más beneficios y menos salarios que repartir, el equilibrio democrático podría quebrarse.
"El poder en las democracias se basa en que la gente media tiene influencia económica", reflexiona. "Si eso desaparece, las cosas se vuelven inquietantes". No se trata sólo de ganar o perder empleos. Se trata de mantener un modelo de sociedad donde la mayoría siga teniendo un papel.