Tecnología

¿Ha elegido el Papa León XIV su nombre por los riegos de la inteligencia artificial? Así lo explica él mismo

  • León XIV quiere recoger el legado de León XIII, quien fue Papa en medio de la Revolución Industrial
  • Cabe recordar que Prevost es matemático de formación 

Cuando en 1891 el Papa León XIII publicó Rerum Novarum, la Iglesia católica entraba de lleno en el debate social del siglo XIX. Era una época marcada por fábricas humeantes, obreros agotados y capital sin límites: la era de la Revolución Industrial. Más de un siglo después, otro pontífice con el mismo nombre advierte que vivimos una revolución igual de profunda, aunque más silenciosa: la que protagoniza la inteligencia artificial.

En su primera reunión oficial con los cardenales, el nuevo Papa León XIV —nacido en Chicago como Robert Prevost y primer papa estadounidense— declaró que su pontificado seguirá la senda de su predecesor, el Papa Francisco, pero también hizo énfasis en la defensa de la dignidad humana y el trabajo ante los desafíos de una nueva "revolución industrial", marcada ahora por la inteligencia artificial.

Inspirado por el legado social del Papa León XIII, quien lideró la Iglesia durante la revolución industrial del siglo XIX, León XIV alerta ahora sobre los riesgos que la IA supone para la justicia social y la condición humana. También reafirmó su compromiso con el espíritu del Concilio Vaticano II y la necesidad de diálogo con el mundo contemporáneo.

La elección del Papa León XIV, el primero estadounidense y también el primero agustino en ocupar la Sede de Pedro, marca una inflexión no solo por su origen sino por el discurso que decide priorizar desde el primer día: la necesidad de que la Iglesia actúe frente a los retos éticos, sociales y laborales que plantea la inteligencia artificial. Un mensaje potente en un momento en el que gobiernos, empresas y ciudadanos apenas están comenzando a entender las consecuencias reales de esta nueva tecnología.

El eco de Rerum Novarum en la era digital

A finales del siglo XIX, el Papa León XIII denunció las injusticias laborales y defendió el derecho de los trabajadores a condiciones dignas. Aquella encíclica, considerada la piedra angular de la Doctrina Social de la Iglesia, planteaba preguntas fundamentales: ¿cómo equilibrar el capital y el trabajo? ¿Cómo proteger al más débil en un sistema que privilegia la acumulación de riqueza?

Hoy, el Papa León XIV se inspira directamente en esa herencia. No es casual que eligiera ese nombre. Como en 1891, el sistema económico actual ha entrado en una fase de transformación radical, donde el trabajo humano está siendo sustituido o redefinido por sistemas automatizados. Si antes eran las máquinas de vapor y los telares mecánicos, hoy son los modelos generativos de texto, los robots de almacén, las plataformas algorítmicas de contratación o los asistentes jurídicos basados en IA.

El pontífice, con un tono firme y reflexivo, advierte que esta tecnología no puede evaluarse solo desde parámetros técnicos. La IA plantea dilemas morales profundos: ¿quién es responsable de una decisión tomada por un algoritmo? ¿Cómo evitar que amplifique desigualdades o reproduzca prejuicios históricos? ¿Quién vela por los derechos del trabajador digital?

El Vaticano y la inteligencia artificial: una conexión inesperada

La mención explícita de la inteligencia artificial como uno de los grandes desafíos del presente no es un gesto aislado. En los últimos años, el Vaticano ha comenzado a posicionarse activamente en el debate sobre la ética tecnológica. En 2020, durante el pontificado de Francisco, se lanzó la Rome Call for AI Ethics, una declaración conjunta firmada por gigantes como Microsoft, IBM y representantes del mundo académico. El objetivo era claro: establecer principios éticos para el desarrollo y uso de la IA.

Ahora, León XIV recoge ese testigo y lo eleva al rango de prioridad doctrinal. No se trata solo de opinar, sino de actuar como contrapeso moral ante una tecnología que puede transformar la humanidad sin habérselo preguntado. En ese sentido, el Papa plantea una advertencia que va más allá del ámbito católico: si la inteligencia artificial se desarrolla sin un marco ético, la dignidad humana puede quedar subordinada al rendimiento computacional.

Uno de los aspectos más inquietantes del discurso de León XIV es su referencia a cómo la IA afecta directamente al mundo del trabajo. En un momento en que plataformas digitales y sistemas automáticos de gestión de recursos humanos toman decisiones sobre contrataciones, despidos, productividad y promoción, la figura del trabajador se puede ver cada vez más desdibujada.

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