Tecnología

Cuidado con qué cable USB-C utilizas: puede estar hackeado

En 2009, la industria tecnológica vivió una de sus mayores revoluciones silenciosas. Con la promesa de unificar cables, reducir la basura electrónica y mejorar la velocidad de transferencia, nació el USB-C. Su llegada prometía una nueva era de conectividad universal, un puerto capaz de cargar portátiles, transmitir vídeo en 4K y mover datos a velocidades nunca vistas.

Hoy el UBC es el nuevo estándar, propuesto por la Unión Europea y fomentado hasta tal punto que Apple ha tenido que cambiar de opinión y empezar a usarlo como cable por defecto. Pero, ¿y si esa universalidad fuera también su mayor debilidad? Recientes investigaciones han demostrado que el USB-C no solo ha simplificado nuestras vidas, sino que también ha abierto nuevas puertas para los ciberdelincuentes.

La promesa del USB-C: un conector para dominarlos a todos

El USB-C nació con un propósito claro: acabar con el caos de los cables. Atrás quedaron los días en que cada dispositivo tenía su propio cargador exclusivo. Un solo conector para teléfonos, portátiles, consolas, auriculares y hasta monitores. Las ventajas eran evidentes:

  • Carga rápida y universal: con hasta 240W de potencia, permite cargar desde móviles hasta portátiles gaming.
  • Velocidades de transferencia superiores: desde los 5 Gbps de las primeras versiones hasta los 80 Gbps del USB4.
  • Versatilidad total: audio, vídeo, datos y energía, todo en un solo cable.

Pero con esta adopción masiva también llegaron los problemas. Un estándar que funciona en millones de dispositivos significa que una vulnerabilidad puede afectar a todos ellos. Y ahí es donde comienza la preocupación.

Ya han hackeado el USB-c del iPhone: una advertencia global

El investigador de seguridad Thomas Roth, conocido como Stacksmashing, presentó en el congreso 38C3 de ciberseguridad una hazaña preocupante: logró hackear el controlador USB-C del iPhone 15. El ACE3, un microcontrolador que gestiona la energía y la transferencia de datos, fue vulnerado mediante técnicas de hardware avanzadas.

Esto permitió a Roth extraer el firmware del chip y analizarlo en busca de fallos de seguridad. Aunque Apple minimizó la amenaza, los expertos advierten que tener acceso al código de un componente clave es como obtener los planos de una bóveda bancaria. ¿Quién será el próximo en encontrar una debilidad explotable?

Este caso plantea una cuestión mayor: si el USB-C puede ser hackeado en un iPhone, ¿qué impide que suceda en otros dispositivos? Portátiles, cargadores y hubs USB dependen de chips similares. La investigación de Roth podría marcar el inicio de una nueva oleada de ataques dirigidos a este tipo de hardware.

Juice-jacking: cuando un simple puerto de carga se convierte en una trampa

El hackeo del controlador ACE3 no es la única preocupación en torno al USB-C. Desde hace años, los expertos advierten sobre el riesgo del "juice-jacking", una técnica en la que los atacantes modifican puertos de carga públicos para infectar dispositivos o robar datos.

Imagina estar en un aeropuerto y conectar tu móvil a una estación de carga gratuita. Sin que lo notes, el puerto infectado accede a tu teléfono, copia tus archivos y deja un malware oculto. Aunque este tipo de ataque aún es poco común, agencias de seguridad como el FBI y la NSA han emitido advertencias al respecto.

Las soluciones son simples pero efectivas:

  • Usar cargadores propios en lugar de estaciones de carga públicas.
  • Emplear cables de solo carga, que bloquean la transferencia de datos.
  • Utilizar baterías externas para evitar conectar el móvil directamente a puertos desconocidos.

El USB-C, por su diseño, facilita la conexión tanto para carga como para datos, lo que lo convierte en un blanco perfecto para este tipo de amenazas.

La seguridad en el USB-C: ¿Qué están haciendo los fabricantes?

Ante estos riesgos, los fabricantes están implementando medidas de seguridad. Apple, por ejemplo, ha introducido en sus dispositivos un sistema que alerta cuando se conecta un accesorio no certificado. Otros fabricantes como Google y Samsung han mejorado la autenticación de accesorios USB-C en sus teléfonos y ordenadores.

Aun así, el problema persiste: el USB-C no fue diseñado con la seguridad como prioridad. Al ser un estándar abierto, cualquiera puede fabricar cables y adaptadores, lo que dificulta garantizar que sean seguros. Por ello, es fundamental:

  • Comprar accesorios de marcas reconocidas para evitar dispositivos manipulados.
  • Mantener los dispositivos actualizados, ya que los fabricantes lanzan parches de seguridad.
  • Evitar conectar dispositivos sensibles a puertos desconocidos.

El futuro del USB-C depende de equilibrar su versatilidad con una seguridad cada vez más necesaria en un mundo hiperconectado.

El USB-C ha cambiado la forma en que nos conectamos, pero también ha traído consigo desafíos de seguridad que no pueden ignorarse. Con la proliferación de dispositivos conectados, cualquier falla en este estándar puede tener repercusiones globales.

La pregunta sigue en el aire: ¿será el USB-C el conector definitivo o un eslabón débil en la seguridad digital?

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