Tecnología

¿Y si las máquinas también tuvieran derecho a cometer errores?

  • El director del Centro de Investigación en Tecnologías Inteligentes (CiTIUS), Senén Barro, uno de los pioneros de la IA en España, defiende que "si esperamos que los coches autónomos sean infalibles, no los tendremos nunca"
"A las máquinas todavía les queda mucho para estar a nuestra altura", explica Senén Barro.
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"No es cierto que las máquinas no puedan fallar y que cuanto más inteligentes sean menos se equivocarán. No podemos garantizar que un coche plenamente autónomo no falle jamás. Eso es imposible y con esa realidad tenemos que vivir. Si esperamos que los coches autónomos sean infalibles, entonces no los aprobaremos nunca. Y seguiremos teniendo entre un millón y un millón doscientos mil fallecidos todos los años por accidentes de tráfico, en más del 95% de los casos debidos a errores humanos". Así lo cree uno de los pioneros de la Inteligencia Artificial en España, el profesor Senén Barro, actual director del Centro de Investigación en Tecnologías Inteligentes (CiTIUS), dependiente de la Universidad de Santiago de Compostela. Barro ofreció recientemente en la Fundación Ramón Areces una conferencia sobre la 'Inteligencia Artificial (IA): primaveras, inviernos, luces y sombras'.

A juicio de este experto, que ya realizó su tesis doctoral en los años 80 sobre esta tecnología, "ahora vivimos un verano tórrido de la IA". Justifica ese auge de la IA por la existencia de mejores algoritmos de aprendizaje automático, por la amplia disponibilidad de datos -alimento de los algoritmos-, por la capacidad de computación y por el capital privado que aportaron hace 10 años las empresas. Añade lo de "tórrido" por estos cuatro motivos: "Hay expectativas sobre una IA General a corto plazo; la financiación pública es insuficiente y eso significa que son las empresas las que lideran prácticamente todo y eligen también lo que hay que investigar y cómo hacerlo, lo cual es un problema; hay reduccionismo del foco de la investigación; y sentimos desconfianza social". Según Senén Barro, este boom de la IA puede derivar en un nuevo invierno como los vividos entre 1974 y 1980 y entre 1988 y 1993.

Admite Barro que en la preparación de sus clases utiliza herramientas de IA generativa tipo Chat GPT para descubrir nuevos puntos de vista en los que igual no ha caído hasta ahora. Reconoce que "las máquinas cada vez nos dan mejores respuestas, pero nos sigue correspondiendo a nosotros hacer las mejores preguntas". Y recuerda la alerta lanzada en 2016 por Stephen Hawking: "Conseguir crear una IA puede ser el mayor logro de la humanidad, pero también puede ser el último si no acertamos a evitar sus riesgos".

Senén Barro insiste en que las máquinas no están a nuestra altura. "Están muy lejos de nosotros. A un niño o a una niña de dos años le enseñamos una silla azul con respaldo y le enseñamos que sirve para sentarse y a partir de ahí es capaz de identificar un taburete, incluso una pila de libros, para ese fin. Una IA aún no es capaz de eso".

El director de CiTIUS es tajante al afirmar que la Inteligencia Artificial no nos puede someter a corto plazo. Sí admite que puede haber abusos de la IA si le damos determinados permisos o le autorizamos a tomar decisiones que nos competen y nos afectan… "A medio plazo, son varios los grandes retos a los que nos tenemos que enfrentar. Por un lado, las tecnologías son amplificadoras de las desigualdades. También las democracias son sensibles a este proceso de proliferación de noticias falsas creadas cada vez con más sutileza y destinadas a colectivos concretos… En cuanto al desempleo tecnológico, la automatización por la IA está creciendo enormemente y quienes pierden ese trabajo por ese motivo no van a ocupar esos nuevos que se van creando porque no tienen esas competencias…"

Este pionero español de la IA nos recuerda algunas paradojas de la estupidez humana que pueden invitar a pensar que nuestra inteligencia natural esté en cierto retroceso frente a las máquinas. Como cuando se retransmitió un partido de fútbol con cámaras automatizadas que confundieron la pelota con la calva de un linier y estuvieron todo el tiempo siguiendo a este árbitro de línea corriendo de un lado a otro de la banda. "La inteligencia artificial va creciendo y la natural no", ha sentenciado.

"Si perdemos nuestras destrezas en el uso de la lengua, vamos a perder el pensamiento y, si perdemos el pensamiento, acabamos perdiendo todo y nos quedamos a merced de las máquinas. Es un futuro distópico, pero puede ocurrir", ha recordado con referencias al escritor Miguel de Unamuno. Y concluye con la frase que mandó pintar en la fachada del CiTIUS: "Queremos personas curiosas, creativas, comprometidas, de pensamiento crítico, con sentido común, porque para todo lo demás ya estarán las máquinas inteligentes".

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