
Hoy en día parece que conocemos hasta el rincón más recóndito del planeta, y por eso tenemos la necesidad de investigar fuera del espacio, sin embargo, algunos de los registros que tenemos nunca han sido repasados ni expuestos a una segunda investigación, simplemente hemos asumido que estaban bien.
Pero es que una de las ventajas de la tecnología es que no permite realizar tediosas tareas de una manera muchísimo más rápida y normalmente más precisa, porque elimina el error humano. Y esto es justo lo que acaba de ocurrir en Japón, donde la Autoridad de Información Geoespacial de Japón (GSI) ha descubierto que el país tiene unas 7.000 islas más de las que tenía registradas.
Este descubrimiento ocurre después de un estudio detallada en el que se ha descubierto que Japón en realidad tiene 14.125 islas en vez de las 6.852 que tenía censadas hasta ahora. La abismal diferencia se debe a que los datos registrados constaban de un estudio hecho en 1987 por la guardia costera.
La cosa es que el GSI ha utilizado tecnología topográfica y mapeo digital, mientras que en su momento solo se usó las capacidades de recuento de los guardias marinos, y como es lógico su método no es para nada exacto.
Y es que según el GSI una isla es un trozo de tierra con al menos 100 metros de largo. Claro, con la tecnología es muy sencillo calcular esto, pero ha vista humana es muy complicado ser certero. Pero el salto en el número de islas e islotes también se debe a que a largo de los años han ido apareciendo más, por las erupciones volcánicas, por ejemplo.
Este estudio solo se llevó a cabo debido a que un legislador del Partido Liberal Democrático insistiese en la necesidad de actualizar los datos, ya que en el momento que se hizo el primer análisis no existía la tecnología necesaria para recopilar la información de manera exacta.
Ahora, gracias a las imágenes de los satélites, ordenadores y mapas terrestres digitales de los que dispone el GSI han podido detectar hasta 100.000 trozos de tierra dentro del territorio nipón, lo que pasa es que la gran mayoría no superaban los 100 metros de largo o habían sido formadas de una manera artificial.
Aunque es cierto que no es un descubrimiento que suponga un gran avance para la sociedad, es un claro ejemplo de cómo la tecnología sirve para mejorar la vida y que en muchas ocasiones realiza tareas de una manera mucho mejor que una persona, eso sí, siempre bajo la supervisión humana.
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