Tener un único cargador para el móvil del trabajo, el personal, la tableta e incluso los auriculares inalámbricos será posible en Europa a partir del otoño de 2024. Los representantes de la Eurocámara y los de los gobiernos de la Unió Europea, han acordado este martes la directiva que fija un cargador único universal para los dispositivos electrónicos en el territorio común.
En total, son 15 dispositivos los que se verán afectados por esta nueva ley, que en realidad enmienda la directiva de equipamientos electrónicos. Concretamente, smartphone, tabletas, libros electrónicos, auriculares, cámaras, altavoces y consolas de videojuegos portables deberán estar equipados con un puerto USB-C para ser cargados, independientemente de cuál sea su fabricante o marca a partir del otoño 2024.
Los ordenadores portátiles también deberán adaptarse a esta normativa pero tienen más tiempo, 40 meses después de la entrada en vigor de la directiva, que todavía necesita de la última ratificación forma. A parte, la velocidad de carga también se armonizará en su versión rápida con cualquier cargador compatible.
Una década de espera
Esta iniciativa ha sido largamente esperada por las asociaciones de consumidores y también por el Parlamento Europeo, que pide un cargador universal des de 2014. "Es un día histórico, llevamos presionando más de una década", ha celebrado el eurodiputado Alex Agius, negociador parte de la cámara.
También el comisario de Mercado Interior, Thierry Breton, ha reivindicado la importancia de un acuerdo que ha costado años, a causa de las reticencias de las empresas y la fuerza del lobby tecnológico: "Lo sentimos, esto es Europa, trabajamos para los ciudadanos no para vuestros intereses", ha dicho Breton en referencia al lobby del sector.
La nueva normativa tiene también implicaciones desde el punto de vista climático. Los consumidores podrán escoger también si compran o no un nuevo dispositivo electrónico con o sin cargador. Con todo, Comisión y Parlamento aseguran que estas medidas implicarán un ahorro en cargadores de hasta 250 millones de euros anuales para los consumidores europeos, lo que significa a su vez 11.000 toneladas menos de residuos electrónicos anuales.
Una de las argumentaciones del sector tecnológico en contra de la medida es que establecer ahora el puerto USB-C como el cargador único puede perjudicar la innovación en un futuro para desarrollar un estándar más eficiente o sostenible. "Nos adaptaremos y evolucionaremos en el tiempo", ha argumentado Breton ante esta preocupación.