Nvidia ha abandonado oficialmente sus planes de compra de la empresa británica ARM, responsable de la arquitectura usada por la inmensa mayoría de teléfonos móviles.
La operación recibió una atención especial de los reguladores por las posibles consecuencias para el mercado, y por el temor de que Nvidia podría obtener un monopolio de facto. Así termina una saga que empezó en septiembre de 2020, cuando Nvidia anunció que pagaría 40.000 millones de dólares, en efectivo y en acciones, para absorber ARM.
Puede parecer un movimiento algo extraño de parte de una compañía más famosa por sus tarjetas gráficas para jugadores; pero hay que recordar que esa es sólo una de las facetas de Nvidia, y que la tecnología de ARM se usa en muchos más dispositivos que teléfonos móviles.
ARM es la propietaria de la arquitectura del mismo nombre, que permite crear procesadores más eficientes; tradicionalmente, su papel quedó relegado a los servidores, donde el menor consumo de energía era una ventaja frente a los procesadores x86 de Intel y AMD. La llegada de los smartphones cambió esto, y la demanda por chips que alargasen la vida de la batería se disparó y con ella, el negocio de ARM. Desde entonces, todos los principales fabricantes, como Qualcomm, Apple, Google y MediaTek, usan la arquitectura ARM en sus procesadores; la propia Nvidia también la licenciaba para sus procesadores Tegra.
Los planes de Nvidia con ARM eran ambiciosos, y no tardó mucho en anunciar la creación de un superordenador para Inteligencia Artificial basado en procesadores ARM. Pero la oposición también fue rápida, especialmente de competidores que protestaron que Nvidia podría aprovechar para denegar licencias ARM o quedarse con diseños exclusivos para sus chips.
Pero el mayor obstáculo estaba en los reguladores británicos, que hace un año iniciaron una investigación para ver cómo la adquisición afectaría a la calidad y precio de los productos de ARM. Además, en los EEUU la Comisión Federal de Comercio intentó bloquear el acuerdo, alegando que afectaría a la competición. Frente a estas dudas, Nvidia prometió mantener el mismo modelo de negocio de ARM, prometiendo licencias a cualquier compañía sin discriminación.
Estas promesas no parecen haber servido, y finalmente Nvidia ha decidido levantarse de la mesa. Su CEO, Jensen Huang, afirma que Nvidia seguirá apoyando a ARM comprando licencias, y pretenden trabajar de cerca pese a no ser la misma compañía. Por su parte, la propietaria actual de ARM, la japonesa Softbank, recibirá hasta 1.250 millones de dólares como compensación por romper el acuerdo, y prevé sacar a bolsa a ARM en algún momento antes de marzo del 2023.
La operación fallida también tendrá consecuencias para ARM, que hoy también ha anunciado un cambio de CEO, efectivo de manera inmediata; Rene Haas, un veterano tanto de ARM como de Nvidia, será quien dirigirá a ARM con el objetivo de salir a bolsa, aunque no ha confirmado exactamente cuándo y dónde lo hará.