Tecnología

La nueva nube, un organismo vivo y autoprogramable

  • Se trata de un conjunto de aplicaciones interconectadas en constante evolución que ofrecen tantos retos como posibilidades

La nube es el futuro en el que ya habitamos hoy por hoy. Una forma de almacenar los datos que es más una forma de almacenar nuestra vida. Lo usamos en nuestro día a día con nuestras fotos, nuestros documentos compartidos con amigos, con familiares, con nosotros mismos: papeleo administrativo, notas personales, un largo etcétera.

Y por supuesto, es una herramienta fundamental para las empresas. Sin embargo, éstas no siempre comprenden por completo lo que supone migrar sus almacenamientos a la nube digital. No solo porque entiendan, erróneamente, que va a suponer un ahorro: esto ocurre una vez que se ha realizado la migración, porque durante el período de transición se asumen los costes del entorno que se abandona y del entorno al que se mudan, y se hace hasta que se asegura la interrelación entre ambas y la operatividad del nuevo entorno.

También ocurre que las compañías pierden de vista la oportunidad que supone el cambio, en muchas ocasiones el más importante de su trayectoria, que permite la aplicación de estrategias creativas, la transformación total de la identidad y el funcionamiento de la organización. Y estas estrategias afectan a todos los recursos, tanto técnicos como humanos: ¿a quién contratar, qué tipo de perfiles encajan en la nueva filosofía? Y qué modelo de interacción y colaboración se aplica, y qué operaciones se llevan a cabo de forma interna, cuáles se externalizan y qué otras se desarrollan dentro del ecosistema. Puede que una empresa comience la transición a la nube buscando reducir sus costes, pero es probable que, en el proceso, se dé cuenta de que ése es un viaje de descubrimiento y no solo un camino en busca de la rentabilidad financiera.

La segunda revolución de la nube

En realidad, las dos revoluciones de la nube se solapan. Aún no hemos terminado de caminar por la primera, esa que afectó sobre todo a los datos, la computación, la seguridad (absolutamente fundamental), el alojamiento y la analítica, cuando nos encontramos ya de lleno metidos en la segunda. Y esta es la de las comunicaciones y las conexiones. En este nuevo y más amplio concepto de nube incluimos cosas como el internet de las cosas, los dispositivos periféricos y la conectividad de muy baja latencia basados en el 5G que permiten actividades empresariales y económicas descentralizadas.

La tecnología avanza tan rápido en este sentido que es necesario replantearse planes que se concibieron durante la primera revolución. Cada organización tiene que desarrollar una versión propia de la nube que incluya funciones y características ajustadas a sus necesidades, en un proceso que puede dividirse en tres partes, en función de cuánto quiera implicarse:

- Tecnología de la Información Tradicional (TI): un enfoque basado en las soluciones a los problemas de TI.

- TI Digital: Un enfoque en el que la Tecnología de la Información es entendida como un conjunto de capacidades digitales.

- Más allá de la nube: El enfoque es explorar el potencial que ofrece la nube, que en la práctica es mucho más que una serie de centros de datos conectados: es una red inteligente que puede programarse, y lo es por derecho propio.

Lo cierto es que ya puede lograrse un alto grado de automatización gracias a las tecnologías de inteligencia automática, los algoritmos y las conexiones 5G de baja latencia. Y más aún, gracias a los dispositivos periféricos, que utilizan la Inteligencia Artificial. Se acabaron las instalaciones centralizadas de gran tamaño más allá de un puñado de industrias específicas; es una transformación del ecosistema de trabajo en favor de objetivos de gran alcance y escala mucho más ambiciosos.

La migración va más allá de trasladar datos

En todo lo relacionado con la nube el común denominador es la transformación constante, la evolución provocada por los avances tecnológicos de sus componentes, entro otros factores. La clave para las empresas es no perder la inversión ya realizada. Para ello es necesario centrarse en tres objetivos: la optimización, la agilización y la innovación.

Por eso es importante integrar todo el potencial de la nube dentro del plan común y la estrategia general de la compañía: en un futuro cercano la agilidad en la toma de decisiones será más importante que la tecnología en sí. Centrarse solo en optimizar y agilizar procesos en base a la nube y olvidar innovar en la estrategia y visión global es un error. Porque el concepto de nube no es otra cosa que el resultado de una relación de simbiosis duradera y provechosa: la de la tecnología y las empresas. Por un lado, las tecnologías emergentes hacen posibles nuevas fórmulas de negocio; por otro, las necesidades empresariales impulsan la investigación y el desarrollo de nuevas tecnologías.

Motores del cambio

Igual que ocurre con las transformaciones sociales más importantes, la última versión de la nube es el resultado de la convergencia de cambios tecnológicos que afectan a muchos otros entornos, provocando una ola de modificaciones en los métodos de trabajo de diversos sectores. Los cambios más relevantes serían:

- El uso masivo de sensores en industrias como el petróleo o el gas, dispositivos interconectados que sirven para comprobar el mantenimiento de los equipos e instalaciones. Estos dispositivos están dentro del ya famoso internet de las cosas; acumulan una enorme cantidad de datos y ofrecen informes bidireccionales.

- El aprendizaje automático. La capacidad de analizar ingentes cantidades de datos trae consigo el impulso del desarrollo de la inteligencia artificial. Los dispositivos aprenden del entorno y la experiencia, superando los algoritmos fijos y ofreciendo informes cada vez más precisos. Eso sí, este paso, el siguiente para la IA, está aún a cierta distancia y debe ir acompañado de una doctrina ética.

- Hiperautomatización. Esta combinación de tecnologías ofrece respuestas enormemente rápidas a estímulos que pueden estar motivados por factores tecnológicos, ambientales, sociales o comerciales. Este enfoque implica un aumento en la autonomía de las máquinas para tomar decisiones

- Dispositivos periféricos: Un complemento natural. Gracias al internet de las cosas, por ejemplo, pueden dar respuesta instantánea a señales de dispositivos en ubicaciones locales, o dar datos y procesamiento para ejecutar comandos gestionados y controlados de forma centralizada.

- Sistemas inmersivos. Una extensión lógica de los dispositivos inteligentes con cierto nivel de autonomía, que funcionan con inteligencia artificial y dispositivos periféricos, en algunos casos, u operados de forma integral desde ubicaciones remotas. Por ejemplo, usando la combinación de las realidades virtual y aumentada, podemos desarrollar espacios de trabajo compartidos que añadan profundidad y complejidad al ecosistema laboral.

Conectividad de baja latencia: El elemento clave para que todo lo demás pueda desarrollarse.

El conjunto de estas innovaciones tecnológicas introducen cambios en los sistemas de trabajo que afectan a sectores tan diferentes como las ciudades inteligentes o la atención sanitaria.

Tener una visión global de la nube como un conjunto de datos, tecnologías y sistemas conectados con fluidez ayuda a entender su potencial y sus necesidades. La realidad extendida y las conexiones de baja latencia hacen posible que los profesionales puedan operar equipos a kilómetros de distancia, lo que tiene infinitas repercusiones y aplicaciones en logística, transportes o gestión sanitaria, producción y distribución de energía, y un largo etcétera.

Además, el ecosistema laboral pasa a ser más ágil y fluido, porque la nube permite la creación de un número casi infinito de espacios de trabajo compartidos. Esto plantea un desafío sin precedentes para muchas grandes corporaciones, y conlleva además que emerjan nuevas estructuras de negocio, desde repatriación de actividades de fabricación que se habían trasladado a países más baratos, a la construcción de centros locales y más pequeños, que utilizan técnicas emergentes (como la impresión 3D) para posibilitar una fabricación personalizada, muy cerca del lugar donde se utilizan los productos.

Todos estos cambios requieren a su vez de un perfil profesional diferente, y una transformación de los ecosistemas para agilizar el trabajo para hacerlo más colaborativo; una mayor convergencia de servicios, que no esté limitada por las divisiones tradicionales de sistemas industriales. Se plantean pues gran número de oportunidades pero también de desafíos.

Se puede migrar a la nube tradicional manteniendo las estructuras clásicas, pero no a la nueva nube. Para esto último se requiere de una transformación de todas las operaciones y de la visión del negocio al completo. Si lo que provoca el cambio es la transformación de la nube o si son las exigencias empresariales las que provocan la evolución de ésta no puede delimitarse, la línea que divide ambos terrenos es muy difusa. El mundo entero está experimentando un proceso de cambio multidimensional a nivel medioambiental, social y político, y las empresas que quieran tener éxito en sus objetivos deben unirse a él.

Los factores clave de la migración a la nube de última generación

La transformación que supone la migración a la nube de última generación se basa en dos factores fundamentales: por un lado, el uso de aplicaciones nativas altamente eficientes que faciliten la conectividad y la posibilidad de trabajar con módulos estándar. Entre este tipo de soluciones estándar se encuentran las plataformas transaccionales (para empresas de servicios financieros, minoristas y otras de servicios), los sistemas de comunicación que conectan los servicios y soluciones existentes (como las soluciones smart city in a box para ciudades inteligentes) y los sistemas de seguimiento que utilizan tecnología de blockchain para sus soluciones de RSC, de trazabilidad o de la cadena de suministro. Ya se empieza a ver una rápida implementación de plataformas y productos estándar, que son independientes de la tecnología, que trabajan con múltiples proveedores sin estar vinculadas a uno en exclusiva. estas aplicaciones cumplen con los estándares más exigentes de buenas prácticas, y permiten una rápida personalización y seguir evolucionando a largo plazo. Gracias a estas herramientas, las empresas logran amortizar y obtener beneficios de la migración a la nube de manera casi inmediata.

El otro gran factor de cambio es el factor humano. Y no sólo por su especialización, sino también por la decisión a tomar de cuál será el núcleo de trabajadores que formarán parte de una empresa, y qué formación y funciones tendrán.

Al migrar una empresa a la nube de última generación hay cambios en las aptitudes necesarias en la plantilla. Para empezar, desaparecen roles clásicos, y lo hemos visto con las reestructuraciones de las compañías, con despidos masivos de determinadas áreas y las contrataciones para fortalecer otras, como por ejemplo los roles creativos. Porque por mucho que tengamos aplicaciones que ayuden a un trabajo fluido, la creatividad de momento es algo que sólo el ser humano puede explotar óptimamente.

Es imprescindible así mismo externalizar parte de las funciones; para saber cuáles y cómo hacerlo, la mayoría de las empresas recurren a consultoras externas, especializadas y ágiles. NTT Data, una consultora especializada en transformación digital, tiene planes específicos para ayudar en las primeras fases preparatorias de transición a la nube; los principales puntos de dichos planes o proyectos son la movilización de todos los recursos implicados para centrarse en las prioridades de la empresa, el estado actual de la misma, los pasos a realizar y un plan estratégico testeado y demostrado para la migración.

De cualquier forma, en empresas altamente digitalizadas, trasladadas a la nube de última generación, es necesario además colocar a nativos digitales en puestos clave. Perfiles muy familiarizados con las nuevas tecnologías y su funcionamiento. Este reto plantea dudas y cuestiones como cómo atraer el talento nativo; cómo priorizar la creatividad sin comprometer los estándares profesionales, cómo crear ecosistemas de trabajo flexibles sin comprometer la seguridad, cómo combinar el trabajo en remoto y la supervisión central; y cómo decidir qué funciones tendrá la IA y qué funciones la parte humana de la plantilla.

Lo más importante es afrontar los retos y las oportunidades que ofrece la migración a la nube de última generación para repensar qué necesidades tiene una empresa y cuáles son sus objetivos. Recordando que el cambio debe ser sostenible en todos sus puntos, que pueden resumirse en tres, teniendo en cuenta los objetivos de la compañía: que la empresa debe ser un lugar flexible donde los nativos digitales y las personas creativas quieran desarrollarse; que se debe tener un conocimiento de las redes y una estrategia y sistema de ciberseguridad riguroso; y, por supuesto, que hay muchas cosas que no sabemos y no podemos saber, puesto que todo lo que rodea a la nube está en constante evolución. Las empresas deben ser flexibles y favorecer su propia evolución constante.

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