
Los relojes inteligentes son el fenómeno tecnológico del año. Los también conocidos como smartwatches se perfilan como uno de los regalos estrella de las próximas navidades. Sólo en España, el negocio podría superar los 200 millones de euros este año. Así lo estima la casa de análisis, el Centre Retail Research (CCR), que vaticina un negocio próximo a los 1.400 millones entre Alemania, Reino Unido, Holanda y España. Descárguese gratis la revista elEconomista Tecnología
Pese a la efervescencia comercial del producto, los relojes inteligentes todavía tienen un largo camino por delante. Los fabricantes de telefonía móvil se han convencido de que los relojes serán la alternativa idónea de los actuales smartphones. Ninguno de ellos quiere devorar sus propios productos, pero tampoco quedarse fuera de una carrera que se presume apasionante. Sin duda, los smartwatches tienen todo a su favor para convertirse en el dispositivo revelación del año y, posiblemente, en el regalo tecnológico estrella de estas Navidades.
La consultora IMS Research estima que en el plazo de poco más de dos años, en 2017, habrá más de 170 millones de ellos dando algo más que las horas en medio mundo. Sólo en España, según datos de CCR, las ventas de los dispositivos ponibles se incrementarán más del 200% estas Navidades respecto a las anteriores, lo que supone la comercialización de más de 58.000 unidades y unos beneficios superiores a los 57 millones de euros, con un margen neto medio para el fabricante de 100 euros por dispositivo.
El extraordinario desarrollo de los móviles ha ayudado a los relojes a incorporar las últimas novedades, evitándose decenas de penalidades. Así, la pantalla táctil se ajusta a los nuevos tamaños sin especiales dificultades. Lo mismo ocurre con los sistemas de protección de golpes, polvo y humedad. Tampoco hacen falta muchos botones para interactuar con los equipos. El acelerómetro, los microchips y las antenas se acomodan en tan exiguo formato sin especiales quebraderos de cabeza. El software y los sistemas operativos ad hoc son batalla ganada para los fabricantes de este tipo de relojes.
Samsung, Sony, LG y Motorola -ahora de Lenovo- son algunos de los gigantes del sector que se frotan las manos ante las expectativas de negocio de un producto en el que todo está por hacer. A la batalla se unirá Apple la próxima primavera, con su esperada joya de cristal de zafiro y corona multiusos.

Un 'quiero y no puedo'
Los departamentos de I+D han trabajado mucho y bien, con unos dispositivos que cada temporada incorporan nuevas funcionalidades y prestaciones. Pese a ello, los denominados smartwatches no están ni mucho menos afinados. En algunos aspectos es un quiero y no puedo. Salvo el último modelo de Samsung, el Gear S, el resto de los relojes son satélites del teléfono. El bluetooth viene a ser un cordón umbilical por el que fluye la conectividad, los mensajes, notificaciones y otros servicios.
Más que señalar las virtudes y fortalezas de los relojes inteligentes, de la que existe abundante y valiosa literatura en Internet, conviene indicar algunas de las asignaturas pendientes de la categoría. Excepciones al margen, los fabricantes parece que sólo piensan en masculino. El diseño de los interfaces y el tamaño de los dispositivos están culturalmente y sociológicamente más adaptados al gusto generalizado de los hombres. Es cierto que los relojes rotundos y voluminosos no son exclusivos de ningún género, pero implícitamente, en la realidad algo de eso ocurre. Por lo anterior, no estaría de más que las gigantes en la materia lanzaran líneas femeninas de smartwatches. El mercado potencial es incuestionable. Seguro que están en ello.
Hablar a través del reloj resulta extraño, muy extraño, aunque baste con llevar la mano a la zona de la oreja, como si lleváramos un móvil invisible. Hace falta un cambio postural que por ahora no se otea en el horizonte. En la memoria colectiva recordamos a Michael Knight, el protagonista del Coche Fantástico, y el resultado por ahora no es muy alentador. La intimidad de las comunicaciones también debe optimizarse cuando se conversa por medio del altavoz.
Las aplicaciones todavía brillan por su ausencia. Es absolutamente normal. La juventud del formato es lo que tiene. Los desarrolladores tienen por delante un nuevo campo por el que extender sus productos y servicios. Las tiendas de apps ya están tardando en crear categorías específicas para los relojes, porque la oferta está muy lejos de satisfacer la creciente demanda.
Desde estas líneas se anima a las pequeñas empresas de app a posicionar sus productos en este formato. La presencia generosa de sensores -acelerómetro, brújula, giroscopio, barómetro- es una excelente noticia para todos los desarrolladores con mayor olfato tecnológico. La introducción de datos es un quebradero de cabeza. Los teclados son los que caben en una pantalla de entre 1,3 a 2 pulgadas. La solución de todos los males puede estar en los sistemas de reconocimiento de voz, pero para que eso realmente sea efectivo habrá que esperar varios años.