Juan Velarde
- 30/01/2018, 00:28
30/01/2018, 00:28
Tue, 30 Jan 2018 00:28:08 +0100
Hemos entrado en el año en el que se celebrará, en el mes de diciembre, el XL aniversario del nacimiento de la vigente Constitución. Simultáneamente, una serie de grupos políticos, de personas que se dicen expertas en corrientes constitucionales, plantean tal cantidad de reformas al texto de esta fundamental disposición, que realmente defienden la aparición de una nueva Constitución. Convendría que, en ese debate, entrasen asimismo planteamientos relacionados con la economía, porque una ley fundamental como es esta Constitución, tiene derivadas toda una serie de consecuencias económicas. Comencemos en este sentido por un dato. En la dinámica económica española existe una transformación fundamental respecto al pasado anterior a 1959, fecha del llamado Plan de Estabilización, que sustituyó al modelo económico castizo, coexistente desde el inicio de la Restauración. Inmediatamente se inició un cambio muy positivo en nuestro desarrollo económico. Si eliminamos el que podríamos denominar periodo bélico, que se inicia en 1936 y que, al ligarse en 1939 con la II Guerra Mundial y sus consecuencias, llega con claridad a 1947, observamos que el Producto Interior Bruto se multiplicó, desde 1875 a 1935, o sea en 60 años, según la estimación de Jordi Maluquer de Motes, por 2,7. Pues bien, el PIB se multiplicó desde 1957 a 1977, o sea en los 20 años previos a la Constitución, por 3,3, y de 1977 a 2017, en pleno periodo constitucional ese fuerte crecimiento se mantuvo, multiplicándose por 2,3. O sea, que la Constitución reforzó el modelo de desarrollo, y lo hizo porque el modelo económico básico iniciado en 1957 se vio consolidado.