El Antonov An-225, el avión más grande del mundo que vio truncado su futuro por el fracaso de la URSS, ha vuelto a tomar el aire para luchar contra la pandemia del coronavirus. El 14 de abril de 2020, esta aeronave de carga transportó material médico de un volumen récord desde China a Polonia. Una hazaña que invita a rememorar la historia de este avión y su posible vuelta.
100 toneladas de material sanitario contra el Covid-19
Este avión cargó con aproximadamente 100 toneladas de medicamentos, reactivos para pruebas de laboratorio, máscaras médicas y otros medios de protección con un volumen total de aproximadamente 1000 metros cúbicos que partieron de China. "Una carga de tal volumen nunca fue transportada en el compartimiento de la aeronave en la historia de la aviación global", explica en comunicado en comunicado la compañía propietaria del avión, Antonov Company.

"Nuestro equipo está muy orgulloso de la posibilidad de contribuir y participar en la lucha contra la pandemia mundial. Los procedimientos de planificación y realización de los vuelos chárter en condiciones de cuarentena, incluidas las restricciones para el aterrizaje y el resto de la tripulación iniciada por muchos condados, requieren esfuerzos desinteresados de cada empleado de las aerolíneas: desde especialistas comerciales y operativos que trabajan en la oficina hasta pilotos y técnicos. a bordo del avión. Por lo tanto, me gustaría agradecer a todos los que participan en la organización de las misiones humanitarias desde China", señaló Vitaliy Shost, subdirector senior de Antonov Airlines.
La corta historia del Antonov An-225
La historia del An-225, apodado Mriya (''sueño'' en ucraniano), comienza dentro de la lucha encarnizada entre la Unión Soviética y Estados Unidos por conquistar el espacio. En los años 70 surgieron las necesidades de transportar cargas pesadas al Cosmódromo de Baikonur, en los desiertos de Kazajistán, que fue la plataforma de lanzamiento para el viaje espacial de Yuri Gagarin en 1961, el primer ser humano en llegar al espacio exterior. La carga que precisaba ser transportada era la nave espacial Buran, la respuesta de la URSS al transbordador espacial de la NASA.

La compañía Antonov recibió la orden de construir un avión que pudiera llevar a cabo esta misión. Así surgió el An-225 y el 21 de diciembre de 1988, Mriya transportó con éxito la nave espacial Buran a Baikonur. De 88 metros de envergadura, 84 metros de largo y 640 toneladas de peso, es capaz de transportar cargas de hasta 250 toneladas.
Tras esta hazaña, la Unión Soviética tenía la intención de construir tres aeronaves más. De hecho, en 1989 se colocó la primera pieza de un nuevo avión. Sin embargo, en 1991 la Unión Soviética colapsó, llevándose por delante el programa del segundo An-225. Así, hoy en día, hay solo un Antonov surcando el cielo y hay otra aeronave hermana a medio hacer en un hangar de Kiev.
En 1994, el An-225 vivo abandonó el vuelo regular pero las dimensiones y capacidad convirtieron a este aparato en esencial para el transporte. De hecho, en 2001 comenzó a usarse de nuevo en expediciones esporádicas como llevar ayuda humanitaria en catástrofes como el terremoto de Haití de 2010 o el tsunami de Japón en 2011 o la lucha contra el Covid-19 de la actualidad.
¿Por qué dejó de volar?

La guerra tecnológica de la Guerra Fría había allegado a su fin y en este nuevo escenario, esta colosal máquina era irrelevante. Las capacidades del An-225 llegaron a ser excesivas para el panorama de la aviación moderna. El otro modelo de la compañía, el Antonov An-124 con 150 toneladas de capacidad, se encargaba de hacer la mayoría del trabajo y transportar cargas más livianas. Además, los desacuerdos de Ucrania con Rusia que llegaron a su punto álgido en 2014, hicieron a los ucranianos perder proveedores claves para las piezas del avión.
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