
La extorsión telefónica se produce cada vez con más frecuencia en las cárceles mexicanas, supone una peligrosa forma de amenaza desde dentro de las cárceles hacia el exterior.
Pese a que existe una ley aprobada el año pasado que prohíbe el uso de teléfonos móviles con el fin de frenar este tipo de operaciones dentro de las cárceles, los datos reflejan que no se tiene en cuenta, ya que el 80% de este tipo de llamadas provienen de los penales, según algunas organizaciones civiles.
Los chantajes tienen forma de amenaza - a veces tan realista que incluye gritos del supuesto secuestrado- o de petición de auxilio de un falso conocido. En México prácticamente todo el mundo conoce al menos un caso, pero saber la cifra exacta es complicado. El Instituto Nacional de Estadística (Inegi) registra 4,4 millones de extorsiones generales en 2011, pero asociaciones contra la inseguridad creen que los ciudadanos denuncian solo tres de cada 100. Informa el diario El País.
María Elena Morera, presidenta de la organización Causa en Común explica como a los ciudadanos les falta información sobre cómo funcionan los chantajes, aunque actualmente "la gran mayoría cuelga el teléfono", afirma Morera.
Los expertos recomiendan saber dónde están los hijos en cada momento, instalar identificadores de llamada, no dar información de primeras... Y aprender a distinguir los secuestros virtuales. "Por ejemplo: en las negociaciones reales nunca te piden que no sueltes el teléfono", asegura Morera.