La doctrina ha sido unificada en el sentido de reconocer el efecto positivo de cosa juzgada que tiene el hecho de que, si una empresa carga en la factura a un cliente un determinado porcentaje destinado al servicio -es decir, a los trabajadores-, es claro que no se trata de ninguna cantidad menor, por lo que debe destinarse al completo debatido. De esta forma, el empresario debe limitarse a retribuir el servicio de sus empleados con esta parte complpementria. Por ello, la única deducción a practicar es la del impuesto que se carga al cliente.