La cultura es la suma de todas las formas de arte, de amor y de pensamiento, que, en el curso de siglos, han permitido al hombre ser menos esclavizado", dijo un día el escritor y político francés André Malraux. Algunos años más tarde y muchos sucesos después, podemos saber que la frase que el parisino encaró es, cada día, si cabe, más cierta.
La cultura es, para la mente, el pensamiento crítico, y para el alma, el alimento. Pero, como sucede con muchas de las cosas más importantes -que no urgentes- de la vida, a veces no se valora lo suficiente, tanto como aquello que no podemos tocar y que solo se materializa en el interior de uno mismo.
Y es que, a lo largo de los años, la cultura ha vivido bajo las faldas de las etapas históricas que han reinado a través de los siglos, pues se ha visto vapuleada e impulsada, a partes casi iguales, por épocas de desarrollo, estancamiento, retroceso y expansión, hasta conformarse como un manantial del que beber y extraer su esencia.
Actualmente, quienes deciden dedicar su vida a las artes culturales, naufragan en aguas bravas porque no siempre reciben todo el apoyo deseado. No obstante, uno de los desafíos que hoy encontramos es la existencia de agentes, públicos o privados, dispuestos a dedicar vías y esfuerzos para acercar la cultura a los ciudadanos. Y, en este sentido, iniciativas como Movistar Likes de Telefónica irrumpen para ofrecer algo nuevo.
Hace ahora un año y ocho meses, la compañía lanzó un proyecto que tenía como finalidad acercar la cultura y el deporte a sus clientes en España. Para ello, a través de su portal web Movistar Likes, ofrecen a los usuarios de la compañía la oportunidad de vivir experiencias exclusivas en el ámbito deportivo y cultural. Muchas de ellas, de la mano de los embajadores de Telefónica Rafa Nadal, Gómez Noya, Ferran Adrià y Juan Diego Flórez.
El proceso es sencillo. El usuario se apunta a la actividad que más le interese, en el marco de todas las ofertadas por la compañía, y éste entra en un sorteo. Finalmente, los afortunados, podrán asistir a la sesión elegida de la forma más íntima y exclusiva. Desde el inicio de Movistar Likes, los usuarios premiados han podido, entre muchas otras actividades, disponer de entradas para partidos y clinics con el Real Madrid, FC Barcelona y la Selección Español de Fútbol, experiencias con los equipos de baloncesto de la compañía y pases y viajes para vivir de cerca la emoción de Moto GP o de la vela. Además, en el ámbito de la cultura, han podido disfrutar de visitas exclusivas al Museo del Prado y Reina Sofía, deleitarse con una ópera en el Teatro Real o en el liceo de Barcelona, o pasar una jornada con el chef Ferran Adrià.

La sala 'secreta'
La última actividad propuesta por la iniciativa permitió a los participantes seleccionados disfrutar de una exclusiva visita a puerta cerrada al taller de restauración del Museo del Prado. Cuando la noche cayó en las frías calles de Madrid, la imponente puerta del Claustro de la pinacoteca se abría para recibir, en la más cuidada intimidad, a los 15 finalistas del sorteo.
Al otro lado de la puerta les recibía María Antonia López Asiaín, restauradora del Museo del Prado. Una mujer que lleva 35 años dedicándose en cuerpo y alma a tratar cuantas obras de arte le han sido posible, un hecho palpable en cada palabra que dice.
Los visitantes entran emocionados, pues no cualquiera tiene la posibilidad de transitar este templo en exclusividad. En la planta de arriba, denominada por María Antonia como "la cúpula", está el taller de restauración. Se abren las puertas del ascensor y puede verse, en una primera panorámica, algunas de las obras pictóricas cumbres del arte antiguo. Entre otros, La nevada o El invierno, de Goya, La Anunciación, de Fra Angelico y María Tudor, de Antonio Moro, son algunas de las pinturas maestras que ahora aguarda esta sala.
La restauradora inicia el recorrido explicando que "hay muchas personas que dicen que restaurar las obras es como quitarles su autenticidad. Esto es algo muy poético pero que no tiene ningún sentido. Para que una persona entienda de verdad qué quería trasmitir el artista con su obra, es necesario este proceso", aclara María Antonia.
Tras esto, haciendo uso de diferentes lienzos como pizarras para desarrollar su detallada explicación, ilustra las tres fases por las que ha de pasar un cuadro para ser restaurado: estudio técnico, limpieza y eliminación de repintes y reintegración. En este punto, el visitante puede entender que el arte, en este caso el pictórico, con su semblante etéreo y tan alejado de lo ordinario, es un marco sublime para entender, además del legado histórico de épocas pasadas, los sentimientos, inquietudes, miedos y pasiones de sus gentes.
Y es que, una vez analizada la obra como si se tratara de una auténtica radiografía del cuerpo humano, los restauradores deciden qué necesita para curarse. Sin ánimo de sonar pretenciosa -avisa-, María Antonia compara la restauración con la medicina "pues cada obra es diferente y necesita un proceso totalmente adaptado para conseguir el objetivo", ilustra la experta.
Los materiales con los que cuentan actualmente, además de las condiciones climatológicas de las salas, son totalmente favorables para el desarrollo de su trabajo. "Hoy tenemos todos los materiales posibles inventados, somos unos privilegiados", apunta. Pese a ello, cuenta el miedo que siente cuando está delante de un lienzo histórico, frotando y frotando, para conseguir deshacerse de lo que estorba. "Mis compañeros siempre me animan, me dicen ¡venga Antonia! ¡que vas genial!, y yo sigo para delante", narra entre risas.
Entre tanto, los afortunados del proyecto de telefónica la escuchan boquiabiertos y no pueden apartar la mirada de todo lo que tienen alrededor: cuadros antiquísimos de madera y de tela, marcos, fotografías, escaleras, bocetos, maderas, productos líquidos... Todo ensamblado de tal manera que, junto a la voz nítida y contundente de María Antonia y el olor indescriptible que impregna la sala, pueden trasladarse a cualquier otra época.

Una joya española
El taller de restauración del Museo del Prado lleva activo alrededor de 100 años y, en él, se han labrado algunos de los trabajos de restauración más importantes de la historia. "Cuando hablamos con restauradores de otros países de Europa, nos dicen que no pueden creer el ritmo que llevamos. Y cuando le enseñamos el resultado de las obras y el tiempo que tardamos en ello, no dan crédito", razona la experta con el espíritu de ensalzar el trabajo de todo su equipo y la "buena mano" española, conocida por todo el mundo y desconocida, en gran medida, en nuestro propio país. En este sentido, uno de los éxitos más destacados a nivel internacional se logró a manos de María Antonia y su restauración de La oración en el huerto con el donante Luis I de Orleans, de Colart de Laon.
La restauradora explica que el Museo del Prado tomó la decisión de comprar la pieza por una pequeña -en cifras artísticas- cantidad (700.000 euros), pues era una obra en muy mal estado que había pasado por restauraciones realmente dañinas. Una vez finalizado su trabajo, descubrió dos figuras que estaban tapadas en el lienzo: donante arrodillado y a su santa protectora, Inés. Con este descubrimiento y el trabajo de limpieza que culminó con una obra en un estado excelente, desde la pinacoteca española pudieron identificar al autor, el lugar y la fecha histórica de la obra, que resultó ser uno de los escasísimos cuadros existentes.