La inversión financiera que no se preocupa sólo por la rentabilidad suma ya 19.028 billones de euros y crece a toda velocidad, sobre todo en Europa y América del Norte.
La preocupación por la sostenibilidad de la economía, el respeto a los derechos humanos, el rechazo a fomentar ciertas actividades y el afán por premiar otras? La inversión financiera ya no se preocupa sólo de la rentabilidad pura y dura, sino que tiene en cuenta otros factores a la hora de gestionar las carteras de valores, en función de las preferencias de los inversores.
El mercado es pequeño en comparación con las astronómicas cifras globales, pero crece muy, muy rápido: entre 2012 y 2014 aumentó un 61 por ciento, al pasar de los 13,2 billones de dólares aquel año a los 21,3 billones el año pasado -19 billones de euros-, según los datos de la Alianza Global por la Inversión Sostenible (GSIA por sus siglas en inglés).
El auge de este tipo de inversiones tiene que ver tanto con el aumento de la concienciación social como con la proliferación de regulación y políticas públicas que impulsan las buenas prácticas empresariales: en la UE, está próxima la aplicación de la Directiva de información no financiera, en EE UU se aguarda una Ley que obligará a divulgar las compensaciones económicas de empleados y directivos, en Canadá se ha revisado la Ley básica de la empresa, que exige mayor transparencia?
Siete estrategias de inversión responsable
Por Inversión Socialmente Responsable (ISR) se entiende "aquella que toma en consideración los criterios medioambientales, sociales y de gobierno corporativo en la selección y gestión de las inversiones". O así la define la GSIA, que comenzó a publicar en 2012 los datos globales de este tipo de productos financieros.
Para identificar qué es un ISR, se atiende al tipo de estrategia que siguen los gestores, en función de las preferencias de los inversores. La más extendida es la de exclusión, que, por ejemplo, evita destinar capitales a la industria del tabaco, la energía nuclear, los fabricantes de armamento u otros sectores no deseados. Siendo el tipo de ISR más empleado, el año pasado ascendió a 14,3 billones de dólares, con un crecimiento del 74 por ciento desde 2012.
La segunda estrategia por volumen manejado es la integración de criterios ambientales, sociales y de buen gobierno corporativo (ASG) en las actuaciones empresariales. En 2014 ascendió a 12,8 billones de dólares, con un incremento del 117 por ciento en los últimos dos años.
La tercera en discordia es el engagement y el activismo empresarial, que consiste en participar activamente en las empresas en las que se invierte para que operen de acuerdo con los valores que se defiendan, ya sea mediante el diálogo directo o ejerciendo el derecho de voto en las juntas de accionistas. Sumó siete billones de dólares y ha crecido un 54 por ciento desde 2012.
La cuarta es el screening basado en normas, que fundamenta su selección de valores en el cumplimiento de las empresas de determinados códigos internacionales -de la ONU, la OCDE u otros organismos- y que llegó a los 5,3 billones de dólares, con un aumento del 82 por ciento. A más distancia están otras tres estrategias: Best-in-class -invierte sólo en las empresas mejor valoradas desde la perspectiva extrafinanciera-, las inversiones temáticas -se centran en el desarrollo sostenible- y las inversiones de impacto, destinadas a bienes sociales o ambientales; entre las tres superan los 1,2 billones de dólares.
Más del 85 por ciento de los productos financieros ISR están en manos de inversores institucionales, como el Fondo Noruego, Blackrock o la Fundación Rockefeller. El tramo minorista es, por lo tanto, muy pequeño, pero gana cuota de mercado: en Europa, particularmente en Francia, registra crecimientos del 4 y el 5 por ciento anual.
La mayoría de los activos son acciones y bonos, que representan el 49,5 por ciento y 39,5 por ciento, respectivamente. Tras ellos se sitúan los bienes inmuebles, el capital riesgo y fondos especializados de diverso tipo.
Europa lidera el mercado global
El 63,7 por ciento de la ISR tiene su origen en Europa, pero hay muchas diferencias entre países. De acuerdo con los últimos datos de Eurosif, que se refieren a 2013, cubren 13 países y usan una metodología ligeramente diferente a la de GSIA, el Estado que lidera la clasificación del viejo continente es Reino Unido, con 1,9 billones de euros, pero le siguen de cerca Francia, con 1,7 billones, y Suiza, con 1,5 billones.
En España la inversión en ISR rondó los 93.200 millones de euros en 2013. Según la información aportada por Spansif, la exclusión es el criterio preferido, con el 73,6 por ciento del mercado y un crecimiento interanual del 28 por ciento. Detrás de ella se sitúan el screening basado en normas, con el 11,4 por ciento -creció un 256 por ciento entre 2011 y 2013-, y el engagement y el activismo empresarial, con el 7,2 por ciento. El año pasado tuvo mucha importancia un fondo del Santander y Cáritas.
El mercado ISR en España también está copado por los inversores institucionales, con el 93 por ciento del total, de los que el 85 por ciento son fondos de pensiones. Como ocurre en el extranjero, el tramo minorista está ganando cuota con velocidad, y ha pasado de ser el 3 por ciento en 2011 al 7 por ciento en 2013.
Fuera de Europa, GSIA desvela que en EE UU la ISR ya representa cerca del 18 por ciento de toda la inversión gestionada de un modo profesional y asciende a 6,5 billones de dólares, con un incremento del 76 por ciento entre 2012 y 2014. En Canadá se roza el billón de dólares de capital invertido y el crecimiento es del 60 por ciento.