La petición de Ghana de ayuda financiera al FMI es una admisión implícita de que las medidas internas no han logrado estrechar la brecha presupuestaria al objetivo del 8,8% del PIB. La posición fiscal del país se ha deteriorado en los últimos años, debido a la interacción entre unos ingresos más bajos de las exportaciones (petróleo, cacao, oro) y unos costes más altos del pago de la deuda y aumentos salariales. No está claro si los ajustes que pueda exigir un programa del FMI serían políticamente factibles o si las autoridades sólo intentan comprar credibilidad. Suponiendo que el gobierno adopte un enfoque disciplinado de su gestión financiera, un programa del FMI permitiría a Ghana desplegar las inversiones planeadas de capital y mejorar así la sostenibilidad de la deuda gracias a un aumento de la productividad.