La sorpresa positiva en el PIB estadounidense del segundo trimestre, junto con los máximos de crecimiento e inflación en la Eurozona, garantizará que el Fed y el BCE continúen en caminos monetarios divergentes (hacia la normalización y una mayor acomodación, respectivamente). Los inversores, hasta ahora alcistas con el euro, renuncian cada vez más a esa jugada y el posicionamiento pesimista ya domina el CME. Esta tendencia refuerza nuestra convicción de que el euro bajará de 1,30 dólares este año (antes una opinión fuera de consenso) y seguirá cayendo el año que viene. Los diferenciales de canje USD/EUR a 2 años, que empezaron el año a niveles similares, se sitúan en -41 puntos y el aumento de los tipos USS es el principal factor. Eso seguirá haciendo del euro la divisa de financiación de acarreo más atractiva en los próximos meses.
Por David Nowakowski.