El gobierno ruso se ha mostrado reacio a analizar los mercados de deuda y ha cancelado casi todas las subastas desde febrero para evitar emitir a rendimientos que considera discordantes con los fundamentos macro.
El ministerio de economía ha intentado aferrarse a la norma fiscal, con la esperanza de depender de un rublo más débil que impulse los ingresos de petróleo y gas, mientras amortigua las importaciones y reduce las emisiones.
Aunque el enfoque del gobierno en la estabilidad y una emisión limitada podría dar cierto apoyo, al restringir los costes de financiación, el endeble pronóstico de crecimiento de la economía pesará sobre la deuda rusa.
Seguimos viendo al RUB debilitándose de los niveles actuales y creemos que cualquier subida del patrimonio ruso exigirá motores externos (señales de que las sanciones no van a aumentar) e internos (inversión pública y reformas).
Por Rachel Ziemba.