Cinco años después del desastroso hundimiento de las burbujas inmobiliarias que provocaron la crisis de 2008-2009, están surgiendo varios episodios nuevos de efervescencia inmobiliaria (por no decir burbujas propiamente dichas) tanto en los mercados emergentes como en los desarrollados. Los nuevos excesos inmobiliarios no están todavía a punto de estallar porque las fuerzas que los alimentan (sobre todo, los tipos bajos en los mercados desarrollados y las coberturas de la inflación en los emergentes) siguen siendo muy fuertes, lo suficiente como para abrumar a las por ahora modestas e inefectivas medidas macroprudenciales empleadas para controlarlos. Es un problema que los políticos no consiguen abordar y que podría acabar mutando en una crisis si las burbujas duran y se deja que crezcan.
Por Nouriel Roubini.
