Para que la política económica de Abe tenga éxito es necesario que muchas cosas salgan bien, mientras que basta con que sólo unas pocas salgan mal para arruinar el experimento y devolver a la economía a un ciclo caracterizado por un crecimiento real por debajo del 1% y una deflación entre cero y muy baja. En última instancia, el éxito dependerá de la generación de un crecimiento del PIB nominal suficiente como para estabilizar el ratio entre la deuda pública y el PIB de Japón. Para ello existen varias condiciones imprescindibles: unas condiciones de crecimiento favorables a nivel mundial, una reforma de la política fiscal oportunamente programada, coordinada y comunicada, una política monetaria que siga siendo expansionista hasta que la inflación de los precios de los servicios sea persistentemente positiva, unas reformas estructurales que mejoren las oportunidades de empleo para los jóvenes japoneses, una consolidación fiscal a largo plazo antes del final de la década, y una relativa estabilidad geopolítica tanto a nivel nacional como regional.
Por Michael Manetta
