La pasada semana, el primer ministro checo Petr Necas presentó su dimisión después de que los fiscales acusaran a su principal asistente (y supuesta amante) de sobornar a legisladores y ordenar a los servicios de inteligencia que espiaran a diversas personas, entre ellas la propia esposa de Necas. Ahora los tres partidos en el poder que forman el gobierno de centro derecha están tratando de formar un nuevo gabinete y esquivar las peticiones de la oposición para la celebración de elecciones anticipadas. Los mercados se mostraron indiferentes ante el impacto de la incertidumbre política, debido tal vez a que han observado cómo el país seguía una trayectoria prudente de disciplina fiscal y austeridad a lo largo de los últimos años a pesar de una serie de escándalos de corrupción. Si los socialdemócratas forman un gobierno de izquierdas con el partido comunista después de las elecciones anticipadas que se celebrarían en otoño, no prevemos que haya una importante variación de la política, mientras que los cambios más probables (aumento del gasto público o reducción de las aportaciones públicas a las pensiones privadas), en caso de producirse, favorecerían a la tambaleante economía checa y reducirían la presión sobre las finanzas públicas a corto plazo.
Por Jelena Vukotic.
