El presidente egipcio Mohammed Morsi y sus Hermanos Musulmanes todavía están tratando de encontrar su sitio en el escenario de la política exterior, y por ello son susceptibles de cometer alguna metedura de pata diplomática. Aunque es indudable que se están replanteando las relaciones con EEUU, creemos que los asuntos pragmáticos en temas de financiación y seguridad prevalecerán sobre el deseo de apaciguar a una minoría de partidarios islamistas que preferiría un discurso más antiamericano. Los comentarios de Morsi antes de la Asamblea General de la ONU en los que señalaba que EEUU es el responsable de restablecer las relaciones harán que este tema se aborde con más cautela que en anteriores visitas al extranjero. Egipto pretende aumentar (y reequilibrar) cada vez más el comercio y la inversión con sus socios asiáticos, especialmente China, quien considera a Egipto como una puerta de acceso a Oriente Medio y a África en general.