En medio de un lento crecimiento y unos malos resultados del sector manufacturero (a pesar de los 450 puntos básicos en recortes de los tipos y el esfuerzo explícito por sostener una moneda debilitada), el gobierno brasileño pretende involucrar al sector privado en las actividades para el estímulo de la inversión nacional en infraestructuras, con un primer paquete por valor de 133.000 millones de BRL (66.000 millones de dólares) dirigido a las carreteras y los ferrocarriles. Debido a que el ahorro nacional es escaso, la capacidad del gobierno para influir de forma eficaz en la inversión se encuentra fiscalmente limitada, especialmente en un escenario de disminución de los ingresos y huelgas generalizadas en los servicios públicos. En estas condiciones, las privatizaciones son una de las pocas opciones disponibles. El cambio de orientación del gobierno es una buena noticia, aunque sea únicamente porque muestra que los responsables políticos están tratando de alejarse del modelo de crecimiento existente.
Por Joao Pedro Ribeiro y Juan Lorenzo Maldonado.