El ciclo de auge y caída del petróleo desde 2011 ha visto cómo los precios subían por combinaciones de estímulos, shocks de suministro (reales o potenciales), tensiones geopolíticas y esperanzas de crecimiento, pero también caídas estrepitosas debidas a las débiles perspectivas de crecimiento y a la demanda subyacente, exacerbada por las oscilaciones del precio del combustible. En este ambiente, con más flexibilización en proyecto, los precios del petróleo seguirán volátiles; esperamos que en el corto plazo el Brent no caerá muy por debajo de los 90 o 100 dólares por barril y que el Texas esté por debajo de los 70-80 dólares, justificando nuestra posición corta en energía. Una tercera ronda de flexibilización cuantitativa (QE3) en EEUU supone un riesgo de subida, pero creemos que este efecto casi no se notará dados los tipos de interés reales negativos y el pobre panorama macroeconómico.
Por Gary Clark y Rachel Ziemba.