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Adiós a Pedro Figueruelo, responsable de motor de 'elEconomista'

Pedro era rápido en todo, menos en una cosa: en esa frontera entre el infierno y el purgatorio que en periodismo se llama cierre o entrega de la revista, a Figueruelo le gustaba conducir sobre afiladas navajas. Siempre entregaba, por supuesto, la crónica, la prueba o el reportaje correspondiente, pero a costa de elevar las pulsaciones del editor de turno.

¿Y qué más daba? En los 25 años que tuve la suerte de compartir con Pedro, no conocí un solo humano que se enfadara con él. Ni que tuviera motivos. Pedro era de esa clase de personas que, sin pretenderlo, te alegraba el día, te arrancaba siempre una sonrisa por su forma de ser, su buenismo desmesurado y el buen rollo que iba sembrando a su alrededor. ¿Qué más daba que cerrara en demasiadas ocasiones en la foto finish?

Nacido en Madrid en 1957, Pedro Figueruelo era, es, uno de los nombres más importantes de la historia del periodismo del motor. Formado en las filas de aquel Marca que en los noventa desbancó a El País como el periódico más leído y vendido de España, Pedro Figueruelo fue el responsable de una sección de motor que vivió en esos años su expansión definitiva a lomos de las motos de Crivillé, Pons y compañía, y al volante del Celica en el que Sainz y Moya ganaron dos Mundiales de Rallys.

Después, Figueruelo fue nombrado director de Altas Prestaciones, la revista decana del motor en España, además de ser parte importante del Salón del Automóvil de Madrid desde las filas de Ifema.

Pero nació elEconomista, y Pedro fue nombrado editor de motor y director de su suplemento, EcoMotor, donde ha seguido impartiendo clases magistrales de automovilismo. No en vano, Figueruelo pertenecía a esa élite del motor a nivel continental que supone ser jurado del Coche del Año en Europa.

¿Casualidades de la vida? No, el destino. Pedro falleció a causa de un cáncer el pasado sábado, el día del cierre del EcoMotor que disfrutarán el próximo viernes. Y esta vez llegó a tiempo: para cerrar el suplemento y para despedirse de los cientos de amigos, de los de verdad, que ha dejado. Ya se te echa de menos.

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