Tras sobrevivir al cuestionamiento de su liderazgo desde su propio partido político, la primera ministra australiana Julia Gillard seguirá adelante con la aplicación de impuestos a las emisiones de carbono y los beneficios de las empresas mineras, con la esperanza de que el presupuesto del año que viene vuelva a presentar un superávit. El desafío de Kevin Rudd fue visto por muchos como una represalia por la moción de censura presentada por Gillard contra Rudd en 2010, quien había renunciado a su cargo como ministro de exteriores el día 22 de febrero. La actual agitación política y la indecisión con respecto al tema de los impuestos han pasado factura a la confianza de los inversores y los consumidores, mientras que Economou pronostica la derrota de Gillard en las elecciones de 2013.