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De los tulipanes en 1637 a la quiebra del LTCM en 1998: ¿se sumará 2007 a la lista?

"Habrá otro de esos episodios, y otras más después...". Así de claro lo tenía el economista John Kenneth Galbraith, quien a lo largo de sus distintas obras llegó a la conclusión de que las euforias especulativas, y consiguientemente las crisis financieras, "son unos fenómenos recurrentes".

Las más sonadas ocurrieron en 1637, 1720, 1907, 1929, 1987, 1997-98... ¿Se acabará sumando 2007 a la lista?

"La esencia de la depresión financiera es la pérdida de confianza". Esta afirmación la escribió Charles P. Kindleberger en su obra "Manías, pánicos y cracs", uno de esos libros que conviene revisar periódicamente. Pasa revista a las principales crisis que han sacudido a los mercados financieros a lo largo de la historia, y lo hace con un ánimo positivo: el de subrayar los elementos comunes que ha habido entre ellas.

Y la verdad es que haberlos, haylos, como también se encargó de demostrar John Kenneth Galbraith, uno de los economistas más célebres del siglo XX, sobre todo por el espíritu didáctico que impregnaban sus libros.

Galbraith, que ha sido uno de los grandes estudiosos del crac del 29, vino a decir que las burbujas financieras se articulan en seis fases.

Las seis fases de una 'burbuja'

Primero surge un elemento novedoso que atrae la atención de los inversores; acto seguido, los precios de ese elemento, principalmente, subirán, y ese ambiente contagiará al resto del mercado; posteriormente, y al calor de las ganancias provocadas por las primeras adquisiciones, la oleada compradora se intensifica y llegan nuevos inversores al mercado; en cuarto lugar, el proceso se alimenta a sí mismo mediante la prolongación de las compras; las subidas alimentan el ego de unos inversores que se creen invencibles y que se creen tan todopoderosos que consideran que no tendrán ningún problema para apearse del mercado antes de que los precios bajen; por último, u de forma irremediable, la burbuja se acaba pinchando y estalla la crisis.

"El episodio de la especulación nunca termina con una lamentación y siempre con un choque violento", concluye Galbraith.

¿Se repetirá la historia?

¿Se repetirá la historia en la situación actual? De momento, el ex presidente de la Reserva Federal (Fed), Alan Greenspan, ya ha fomentado las comparaciones.

A comienzos de septiembre aseguró que encuentra "rasgos idénticos" entre lo que ocurre ahora y los episodios de 1987 y 1997-98. Aunque, a priori, resulta más fácil encontrar diferencias. Para empezar, porque el crash de 1987 se concretó en el desplome del 22 por ciento que sufrió el índice Dow Jones en una única sesión.

Y en 1998 los problemas procedieron de la quiebra del hedge fund -fondo de inversión libre- Long Term Capital Management (LTCM), que provocó descensos próximos al 15 por ciento en un solo mes. Ahora, en cambio, las bolsas caminan con sobresaltos, pero no se acercan en nada a esas pérdidas. De hecho, el propio Dow Jones apenas está a un 1 por ciento de sus máximos históricos.

Excesos y coincidencias

Pero también hay coincidencias. Lo que está claro es que en los últimos años ha habido excesos. Como los hubo con los tulipanes en el periodo comprendido entre 1634 y 1637 o en la Compañía de los Mares del Sur en el siglo XVIII. En esta ocasión, los bajos tipos de interés de los que han disfrutado las principales economías del mundo han estimulado el endeudamiento de las familias, las empresas y las entidades financieras. La máquina del dinero no ha parado ni un segundo.

Los bancos han dado hipotecas que han servido como respaldo para emitir bonos y así obtener dinero en el presente con los ingresos futuros. Este proceso se ha repetido hasta la saciedad... y hasta que la calidad tanto de las hipotecas como de los títulos emitidos a partir de ellas ha caído en picado.

Las razones de la crisis subprime

Ahí es donde surgieron las hipotecas de alto riesgo o basura -subprime-, y de ahí los títulos 'contaminados' -los emitidos a partir de ellas- que han llegado a las carteras de entidades como Bear Stearns.

Excesos, euforia, pánico, desconfianza... Estas palabras, que siempre han aparecido en todas las crisis, han regresado al vocabulario de los mercados en los últimos meses.

De momento, eso sí, todo está en cuarentena. Los expertos coinciden es que es demasiado pronto para conocer el alcance real de la crisis. Y ahí, precisamete ahí, reside el mayor riesgo: en la prolongación de la incertidumbre. Sobre todo, porque esta incertidumbre impide que la liquidez retorne a los mercados de crédito e interbancarios, y eso supone un riesgo mayúsculo.

Las bolsas se agarran a la Fed

¿Cómo y a qué precio refinanciarán las compañías la deuda que les vence a corto plazo? ¿Se producirán problemas más graves de liquidez en los bancos si los cauces habituales de financiación permanecen tan secos? Demasiadas preguntas y, por el momento, muy pocas respuestas.

Las bolsas, por ahora, se aferran a la Reserva Federal (Fed) y a la posibilidad de que continúe rebajando los tipos de interés. Así lo hicieron también en 1987 y 1998. Entonces les fue bien. Falta comprobar si la historia se repite para bien...

O si al final, como apuntaba Galbraith, hay que terminar llegando los lamentos.

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