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Las mujeres casadas, las que viven más años y más felices

El matrimonio les sienta mejor a ellas que a ellos, según los primeros datos de un estudio
Vivir más de noche que de día, desayunar a la hora en la que otros comen, no dar explicaciones a nadie... seguramente más de uno añore, de cuando en cuando, su vida de soltero. Pero lo cierto es que según los estudios realizados hasta ahora, las personas casadas viven más años que las solteras.

Esto no es ninguna novedad, pero sí lo es que parece que viven más las esposas que los maridos. Esto se opone a lo que se había pensado hasta ahora, ya que la creencia general era que los hombres casados vivían más años que sus mujeres.

Al menos, esto es lo que desvelan los primeros datos de un estudio que están realizando el Centre de Recerce de Economia del Benestar y las universidades Pompeu Fabra y Rovira i Virgili, y que fueron presentados ayer durante las XXVII Jornadas de Economía de la Salud, celebradas en A Coruña.

Más años y más felices

Concretamente, según los datos recogidos hasta ahora y difundidos por la Asociación de Economía de la Salud, son las mujeres casadas de la cuenca mediterránea -incluidas las españolas, claro - las que se benefician de una mayor relación directa entre matrimonio y buena salud. Es decir, que son ellas las que más años viven y no sólo eso, sino que lo hacen más felices que las solteras.

En cuanto a los motivos de esta mayor esperanza de vida, queda por desvelar un debate abierto ya desde hace tiempo: ¿ es el matrimonio el que proporciona una vida más sana o es que las personas sanas de por sí son más proclives a pasar por el altar?

Independientemente de que aquellos que gozan de buena salud suelen decidirse más por el matrimonio y los menos saludables, según las estadísticas, tienen más posibilidades de quedarse viudos, divorciarse o simplemente no casarse. Hay otro motivo que causa esta situación. Se trata de que la salud de los cónyuges se ve beneficiada por el apoyo moral y económico que supone el tener a alguien con quien, al llegar a casa, compartir las penas... y la hipoteca.

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