
El aceite de palma ha sido un tema polémico en las últimas semanas en España. En el portal Olivatia desgranan de manera sencilla las 4 claves para entender mejor por qué se utiliza tanto este producto y por qué su consumo elevado y continuado puede comprometer la salud.
1. ¿Por qué se utiliza tanto aceite de palma?
Este aceite se extrae a partir del mesocarpio de la fruta de la palma africana (Elaeis guineensis) y se ha convertido en una materia prima muy usada a nivel global para la elaboración de una gran cantidad de productos de la industria alimenticia y cosmética. La palma aceitera se cultiva principalmente en países tropicales en los que su producción representa una base importante de sus economías. Indonesia y Malasia cuentan con el 85% de la producción y los países latinoamericanos han duplicado su producción en los últimos años. De hecho, es el aceite más usado en el mundo para consumo humano, pero no es la opción más adecuada desde el punto de vista nutricional.
2. ¿Qué productos lo contienen?
Encontramos aceite de palma en muchos productos porque es un conservador resistente a la ranciedad, potencia el sabor de los alimentos, provoca saciedad y es mucho más barato que otros aceites como el de oliva. En concreto, se utiliza aceite de palma en pasteles, cremas y coberturas de postres y en productos para untar como cremas de cacao y margarinas porque aporta una mayor untuosidad, en chips y aperitivos porque soporta bien las frituras a altas temperaturas, y en precocinados por su poder conservador. Si quieres saber el detalle, la Organización de Consumidores y Usuarios de España (OCU) especifica en su web qué productos están elaborados con este tipo de grasas, algo que puedes tener en cuenta a la hora de hacer la lista de la compra
3. ¿Por qué hay que cuidar y medir su consumo?
En el aceite de palma los ácidos grasos saturados rondan el 49% por lo que tomado en cantidades elevadas, puede ser perjudicial para la salud. El ácido palmítico es el principal ácido graso saturado porque constituye aproximadamente un 60 % del que consumimos. Es abundante en carnes, en grasas lácteas y en los aceites vegetales como el aceite de coco y el aceite de palma. Diferentes investigaciones demuestran que incrementa los niveles de colesterol total y del colesterol LDL (Lipoproteína de baja densidad), vulgarmente conocido como ?colesterol malo?, cuando sustituyen en la dieta a los hidratos de carbono u otro tipo de grasas.
4. ¿Cuánta cantidad se debe consumir de este aceite?
De acuerdo con los aportes nutricionales aconsejados, los ácidos grasos saturados no deberían representar más del 25% de nuestra alimentación cotidiana. Sin embargo, aunque no nos demos cuenta, nuestro consumo de este tipo de grasas es mucho mayor puesto que está presente en muchos productos procesados. Por eso, hay que tener especial cuidado porque su consumo en dosis elevadas a largo plazo puede producir enfermedades cardiovasculares, colesterol, carotenosis, elevar la producción de glucosa, aumentar la presión arterial e incluso producir hemorragias.
Esta mala fama del aceite de palma ha hecho que la tendencia en el etiquetado de los productos que lo contienen sea la de suprimir la palabra ?palma? por el término ?aceite vegetal?, puesto que nuestra mente asocia todo lo vegetal como positivo. Frente a los que defienden su contenido en vitamina E, cabe decir que éste se pierde durante el proceso de refinado.
En definitiva, la mayoría de expertos en nutrición aconsejan la sustitución de este tipo de grasas por otras más saludables como el aceite de oliva virgen extra, cuyas propiedades saludables están fuera de toda duda. Además de una dieta saludable, la vida sana debe estar acompañada de ejercicio físico frecuente.