
España tiene un número de cámas UCI, tanto de hospitales públicos como de privados, que se sitúa entre las 4.404 que asegura la Sociedad Española de Medicina Intensiva y las 4.627 que dice tener el Ministerio de Sanidad. La tasa es de 10,3 por cada 100.000 habitantes y, aunque en condiciones normales se han mostrado suficientes, ante un caso de estrés asistencial como es este coronavirus el número de camas no basta.
Ayer, el portavoz del Ministerio de Sanidad, Fernando Simón, cifró en 1.141 los ingresos en UCI de pacientes con COVID-19, dato que representa el 25,9% de la ocupación siguiendo los datos de la Sociedad Científica y un 24,3% si se coge el dato estatal de camas.
El problema radica en que aún no se ha llegado al punto álgido de la infección, que se sitúa según los datos recogidos en otros países sobre la séptima semana. España está en la tercera y tiene, además de los pacientes que ya están en UCI, a 10.542 hospitalizados, de los que al menos el 15% acabará necesitando la atención de cuidados intensivos. La tasa de infección creció del miércoles al jueves en un 16%, por lo que los ingresos en la UCI se verán incrementados paulatinamente en los siguientes días.
La situación es tan crítica que las sociedades científicas de Medicina Intensiva ya han elaborado un protocolo que criba a los pacientes. Es decir, los médicos que están a pie del terreno ya son conscientes de que no todo el que lo necesite va a poder entrar en la UCI. De hecho, en la rueda de prensa ofrecida ayer por Simón, éste confirmó la aplicación del documento, si bien matizó que no es la situación de todas las UCI en España. "Es imprescindible establecer un triaje al ingreso, basado en privilegiar la mayor esperanza de vida, y unos criterios de ingreso claros y de descarga de la UCI, basados en un principio de proporcionalidad y de justicia distributiva, para maximizar el beneficio del mayor número posible de personas", dice el documento.
Además, también se afirma que "en la asignación de recursos durante la toma de decisiones, se deben aplicar criterios de idoneidad y tener en cuenta factores como, por ejemplo, la edad, la comorbilidad, la gravedad de la enfermedad, el compromiso de otros órganos y la reversibilidad. Está implícito que la aplicación de un criterio de racionamiento es justificable cuando se han empleado ya todos los esfuerzos de planificación y de asignación de recursos".