Las compañías, como agentes activos en la sociedad actual, nunca más volverán a ser ajenas a la lucha por el cumplimiento de los derechos humanos y de las normas laborales, el respeto al medioambiente o la batalla contra la corrupción. Crear el mundo que queremos empieza por lograr la transformación del sector empresarial en uno más responsable, en el que no haya lugar para aquellas organizaciones que no sean sostenibles. Un sector consciente de la necesidad de impulsar el progreso y convencido de la responsabilidad que recae sobre ellas para lograrlo.
Ha llegado el momento de alzar la voz para decir claramente que ser una compañía sostenible no es una mera etiqueta que ayude a incrementar el negocio y, por supuesto, no se logra con acciones cosméticas con las que maquillar la imagen pública de nuestra organización. Contribuir verdaderamente a generar una sociedad mejor para todos pasa necesariamente por motivar un profundo cambio de nuestros procesos internos.
No digo con esto que debamos olvidar lo que somos, lo que nos ha traído aquí. Como empresas, la generación de beneficio es nuestro origen, nuestra razón de ser porque, sin él, estaríamos condenados a desaparecer, por supuesto.
Pero la verdadera clave consiste en generar ese beneficio contribuyendo positivamente a nuestro entorno, siendo conscientes de todo lo que hemos hecho mal hasta ahora y de aquellos aspectos mejorables y promoviendo su evolución a fin de alcanzar objetivos que van desde la disminución de emisiones hasta la reducción de las desigualdades, pasando por fomentar una producción y un consumo responsable o limitar el desperdicio de alimentos.
Ahora bien, esto no es sencillo y requiere de un encomiable esfuerzo por nuestra parte para ser capaces de repensar por completo nuestra cultura empresarial con el objetivo de convertirnos en impulsores del cambio social, empleando para ello nuestras propias herramientas e influencia en pro de conseguir un futuro socialmente más responsable. En nuestro caso, este esfuerzo de transformación ha sido el germen de nuestra política de RSC (Responsabilidad Social Corporativa), aprobada por el Consejo de Administración en 2018, y de nuestra adhesión al Pacto Mundial a comienzos de este año.
Estos han constituido dos grandes hitos que no solo han consolidado nuestro compromiso como compañía, sino que nos permiten afrontar desafíos globales como la desigualdad, la educación universal, la lucha contra el hambre y la pobreza o el cambio climático.
Medidas adoptadas
Así, cuando comenzamos a reemplazar nuestras motos por vehículos eléctricos, regalamos telepizzas a aquellos que retiran de las calles mensajes homófonos, mejoramos nuestra información sobre alérgenos, trabajamos con proveedores que nos aseguran que nuestras cajas son óptimas para el reciclaje o incorporamos profesionales con Síndrome de Down a nuestras tiendas nuestro objetivo es exactamente el mismo: hacer posible el mundo en el que nosotros y nuestros clientes queremos vivir. Esto es lo que convierte a una compañía en sostenible.
Es más, en este proceso de cambio hacia un sector empresarial comprometido, tampoco podemos obviar la posición privilegiada en la que nos encontramos las organizaciones que hemos logrado crecer hasta estar presentes en varios continentes, porque esto nos permite conocer la realidad de comunidades distintas entre sí y nos aporta la sensibilidad necesaria para entender dónde podemos aportar más valor y cómo.
Esta visión global hace posible que podamos identificar aquellas áreas de acción en las que podemos liderar el cambio, y hacerlo. Las empresas sostenibles son aquellas que tienen claro por qué hacen lo que hacen. Es decir, aquellas capaces de trascender a la visión y misión tradicionales y tener un impacto real en la sociedad a través de acciones estratégicas que impliquen a toda la organización y tengan un impacto positivo en los entornos en los que operan.
Nosotros queremos que nuestros consumidores confíen en nosotros, por supuesto, pero no solo porque sepan que nos esforzamos por trabajar en ofrecerles productos de calidad y servicios que se adecúen a sus necesidades, sino también porque puedan confiar en que el repartidor que llega a su casa ha sido formado en conducción responsable, forma parte de nuestra plantilla y se ha desplazado hasta su domicilio de manera respetuosa con el medioambiente, ya sea en bicicleta, caminando –los conocidos como walkers– o en una moto eléctrica.
Porque como líderes del delivery nos corresponde dar ese paso más y asumir el compromiso de contribuir de forma positiva a la reducción del número de accidentes, fomentar el empleo estable y de calidad y mitigar el cambio climático a través de la reducción de nuestra huella de carbono con la paulatina incorporación de vehículos eléctricos a nuestra flota.
Valentía para ser pioneros
Y es que es así es como podemos lograr el progreso, con la valentía suficiente para ser pioneros. Tal y como lo fuimos hace años, cuando comenzamos a hacer telepizzas sin gluten, un compromiso con las personas celiacas que mantenemos a día de hoy destinando continuamente esfuerzos a mejorar el sabor de estos productos y poniendo a disposición de nuestros clientes celiacos cinco de las variedades más populares de nuestra carta. Es más, la vocación de ofrecer alternativas aptas para aquellos que no pueden consumir gluten en las que puedan confiar plenamente los celiacos nos ha llevado a contar con el sello de FACE, la Federación de Asociaciones de Celiacos de España, que asegura que nuestras telepizzas cumplen los requisitos necesarios para que pueden ser consumidas por personas con intolerancia al gluten.
Del mismo modo, contamos con un listado de alérgenos, tanto en nuestras tiendas como en nuestra página web que está a disposición de todos los clientes que necesiten consultarlo. Porque, ¿podríamos considerarnos una compañía responsable o sostenible si no atendiéramos a las necesidades de todos y cada uno nuestros clientes? ¿Si diéramos la espalda a aquellos que tienen unos requerimientos específicos en su dieta por cuestiones de salud? Por supuesto que no y es que, de nuevo, ser una compañía responsable, sostenible, comprometida con su entorno, exige una revisión completa y constante de toda nuestra estructura, de lo que somos y, en definitiva, de lo que queremos ser.
De hecho, estos son sólo ejemplos, porque la clave de todo es únicamente una cuestión de actitud hacia el cambio. El compromiso con nuestro papel como referentes para el progreso para hacer posible un mundo mejor.