Salud Bienestar

Los 'mágicos' fármacos contra la obesidad: ¿Un paso más cerca de su financiación en la sanidad pública?

Ozempic.

Los medicamentos contra la obesidad constituyen uno de los hitos científicos del siglo XXI. Este hallazgo contra una de las epidemias de este tiempo incluso ha sido galardonado con el Premio Princesa de Asturias de Investigación Científica y Técnica 2024 y su fama ya se ha extendido a nivel mundial. No obstante, protagonizan una importante contradicción: si bien el sobrepeso está directamente relacionado con la desigualdad económica, todavía es difícil vislumbrar la financiación de estos fármacos por parte del Sistema Nacional de Salud.

Actualmente ya hay tres disponibles en el mercado español: Ozempic y Wegovy, de Novo Nordisk, y Mounjaro, de Lilly. Ozempic únicamente está financiado para la diabetes, pero no para obesidad; mientras que Wegovy, solo indicado para la obesidad, carece de todo tipo de reembolso. Lo mismo ocurre con Mounjaro, también autorizado exclusivamente para la obesidad. Los dos primeros se componen de la misma molécula, la semaglutida, mientras que la clave de Mounjaro es la tirzepatida.

Si la semaglutida es un análogo de la hormona intestinal glp-1(péptido similar al glucagón-1), la tirzepatida es, además de ello, el primer y único medicamento agonista del receptor de GIP (polipéptido insulinotrópico dependiente de glucosa). Estas sustancias químicas secretadas en la sangre regulan el metabolismo de la glucosa e inducen saciedad.

Uno de sus aspectos más polémicos es el precio: Mounjaro cuesta unos 271 euros al mes, frente a los 292 de Wegovy. Ahora, la puerta a la financiación podría abrirse por otro camino. Más allá de la diabetes y la obesidad, recientemente se han descubierto otros posibles usos de esta molécula 'mágica': disminuye en hasta un 20% el riesgo de problemas de cardiopatía isquémica o insuficiencia cardiaca, reduce el dolor de la artrosis, protege la función renal e incluso tiene efectos positivos sobre el hígado graso. "Otros fármacos con menos efecto preventivo sobre las cardiopatías están financiados, pero este no", explica el presidente de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), Ignacio Bernabéu.

En estos mismos términos se pronuncia el doctor David Vivas, presidente de la Asociación de Cardiología Clínica de la Sociedad Española de Cardiología, quien señala que estos fármacos van a suponer "una revolución" en su especialidad. "Este grupo de fármacos nos ayuda a reducir el riesgo cardiovascular de los pacientes, sobre todo en quienes han tenido un infarto de miocardio, ya que se ha demostrado que el tratamiento con estos fármacos reduce la posibilidad de que se tengan nuevos eventos", explica.

Por otro lado, también se ha demostrado que mejora la calidad de vida y el número de hospitalizaciones en aquellos pacientes que tienen insuficiencia cardiaca y a la vez obesidad. "Los pacientes pueden hacer actividades cotidianas", celebra, para agregar que los cardiólogos ya los están utilizando en el día a día con aquellos pacientes que cumplen determinadas características. Así, aclara que algunos de estos medicamentos tienen la aprobación en ficha técnica para utilizarse en Cardiología para personas con obesidad o sobrepeso, si bien, de momento, esto no implica su reembolso económico.

Selección de pequeños grupos de población

Por esta razón, los endocrinólogos llaman a seleccionar a pequeños grupos de población que podrían beneficiarse de la financiación de estos fármacos. "No se puede tratar al 20% de la población, pero hay que definir unos criterios: obesidad grado 2 con complicaciones (cardiopatía e hipertensión) u obesidad grado 3, que ya es grave y que puede ser de tipo genética o consecuencia de cirugías cerebrales", recalca el experto.

Con todo, el Estado sí que costea actualmente el tratamiento de las complicaciones de la obesidad. "El Sistema Nacional de Salud cubre la cirugía bariátrica, que es la cirugía de la obesidad, pero tiene una lista de espera de 2-3 años", asevera. También se sufragan los gastos de enfermedades asociadas, como la diabetes, la cardiopatía o la insuficiencia renal, "pero no cubre acciones que podrían ser más economicistas o coste-eficientes, evitando problemas futuros", agrega, insistiendo en la prevención de enfermedades que implican estos medicamentos.

En este sentido, el director médico de Lilly, José Antonio Sacristán, señala que la compañía está utilizando estos argumentos relacionados con la salud cardiaca para avalar la petición de que deben ser medicamentos financiados. "La obesidad dispara el riesgo cardiovascular en un 50%, y el 90% de los pacientes con diabetes tiene obesidad", ha dicho, para agregar que existen hasta 200 enfermedades secundarias asociadas a la obesidad. De hecho, multiplica por dos el riesgo de hipertensión arterial y por cuatro la apnea del sueño.

Así las cosas, a la espera de resultados de un nuevo estudio de Lilly sobre los efectos de Mounjaro en el corazón, ya se ha visto que disminuye el colesterol, los lípidos y la glucemia, entre otros parámetros. "Además, tenemos datos de otro estudio que demuestra una reducción del 40% de las muertes cardiovasculares de pacientes que tienen insuficiencia cardiaca y del 50% en el número de episodios de apnea del sueño", apunta. Si bien la Organización Mundial de la Salud clasificó la enfermedad como crónica hace 30 años, sus medicamentos aún no se financian por "cuestiones de estigma", según lamenta Sacristán.

Por parte de Novo Nordisk, cabe destacar que Wegovy reduce un 20% el riesgo de eventos cardiovasculares mayores (muerte cardiovascular, infarto de miocardio e ictus) en personas con sobrepeso u obesidad, sin diabetes y con enfermedad cardiovascular establecida. "Esta evidencia ya está en manos del Ministerio de Sanidad, que está evaluando la propuesta de valor del medicamento, en la que estamos basando nuestras conversaciones sobre la financiación del tratamiento", aseguran desde la compañía.

La población ya reconoce la obesidad como una enfermedad

Según el estudio 'ENE-COVID', que analizó los problemas de salud de los españoles en 2020, un 55,8% de la población mayor de 18 años residente en España en ese año tenía exceso de peso, un porcentaje que se sitúa en un 18,7% en obesidad, y en un 37,1% en sobrepeso. La prevalencia de obesidad severa casi alcanza al 5% de las personas adultas (4,9 %).

Por sexos, el exceso de peso y de obesidad es mayor en hombres que en mujeres, con unas diferencias de prevalencias de +15,3% y +1,3 %, respectivamente. En obesidad severa, en cambio, la prevalencia es algo superior entre las mujeres (+0,8 % en comparación con los hombres), un hecho que también se observa en los datos de bajo peso (+2,3 %). Además, tanto el exceso de peso, como la obesidad y la obesidad severa crecen a medida que aumenta la edad, salvo en el grupo de 70-80 años, en el que disminuye levemente.

Por otro lado, según una reciente encuesta promovida por Novo Nordisk y realizada en 3.078 personas, el 75% de la población ya reconoce la obesidad como una enfermedad; sin embargo, solo el 13% estaría dispuesto a tratarse con un fármaco para bajar de peso. Asimismo, tres de cada cuatro personas en España creen que la obesidad y el sobrepeso son evitables con un estilo de vida adecuado, aunque un número similar considera la obesidad como una enfermedad.

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