
La estrategia farmacéutica europea va a sufrir el enésimo retraso desde que se anunciase a finales del año 2021. La norma, que nació bajo el espíritu de crear en el Viejo Continente un entorno productivo de bienes sanitarios esenciales tras la escasez vivida durante la pandemia por coronavirus, culminó hace unos meses el viacrucis parlamentario, pero ahora se enfrentará a un sinfín de nuevas reuniones y el aval posterior del Consejo de Europa.
Fuentes de Bruselas explican a este medio que el trámite está parado hasta que acabe el proceso mencionado. De hecho, ya avanzan que la estrategia no verá la luz hasta finales de 2025, muy lejos de la última actualización, que hablaba de enero de ese año. "Hace dos días se retomaron los trabajos en el Consejo sobre el paquete, pero están planeadas otras 18 reuniones técnicas para llevar adelante la propuesta legislativa. No será en este semestre y, probablemente, tampoco en el siguiente. En el Parlamento no podemos avanzar hasta tener posición del Consejo y, poder así, comenzar los trílogos", explican.
Los documentos que se conocen de la estrategia han tenido tanto alabanzas y como críticas. Por un lado, la parte relacionada con la autonomía (al menos parcial) productiva fue acogida con buenos ojos por parte del sector farmacéutico. Sin embargo, una de las mayores controversias ha sido la propuesta de reducir el tiempo de patente para los medicamentos innovadores. De hecho, hace unos días, el presidente de la patronal española Farmaindustria cargó duramente contra esta parte del texto. "Esta nueva legislación sigue conteniendo reducciones a los incentivos para la inversión biomédica, lo que supone una amenaza para la competitividad de nuestras compañías en Europa frente a Estados Unidos o China", dijo Jesús Ponce.
De hecho, los últimos informes, como el que publicó a principios de esta semana Draghi, ponían de relieve que la situación del sector farmacéutico en el Viejo Continente se estaba deteriorando, tanto en capacidad de atracción de inversión en investigación como en la balanza comercial, si bien esta última sigue siendo positiva.
Pérdidas millonarias
Todos estos problemas han sido calculados económicamente por la patronal farmacéutica europea, Efpia. Según señalan, la pérdida de años de patente provocaría la pérdida anual de 2.000 millones de euros en Investigación y Desarrollo (I+D) de nuevas terapias, y la participación europea en esta actividad pasaría del 32 al 21% en 2040.
Además, uno de cada cinco proyectos de I+D no sería económicamente viable en el continente. Respecto a los tratamientos huérfanos, se traspapelarían 5.000 millones y concerniría a 45 terapias que tal vez no puedan desarrollarse en otras regiones. "Ningún Estado miembro de la Unión Europea se salvaría de los efectos negativos de la reforma", recalcan desde la patronal continental.