
Los costaleros forman parte de la estampa habitual de Semana Santa. Entre un 10 y 15% de quiénes participan en esta actividad suelen sufrir lesiones. Su trabajo requiere un duro esfuerzo y es que, suelen cargar una media de 35 kilos en cada paso durante periodos de dos a seis días. Los expertos advierten de los riesgos a los que se exponen los costaleros en estas fechas.
El trabajo de los costaleros consiste en cargar "a costal" los pasos procesionales durante las procesiones. Todo el peso recae sobre la séptima vertebra cervical. De hecho, la edad mínima del costalero es de 20 años para no someter a gran intensidad a jóvenes que aún no hayan completado su crecimiento óseo evitando deformaciones vertebrales.
Existe un gran catálogo de lesiones que pueden sufrir los costaleros durante Semana Santa. En primer lugar, se encuentran las lesiones musculares. Cargar el peso de los pasos durante horas puede causar sobrecargas musculares, contracturas, lesiones articulares, inflamación en articulaciones, agravamiento o producción de lesiones discales, también conocidas como hernias, esquinces, tendinitis y atrapamiento de raíces nerviosas en el miembro superior, entre otros.
De hecho, los profesionales sanitarios afirman que es fácil adoptar una mala postura en el cuello al apoyar la trabajadera debajo del paso. Esto puede llegar a producir adormecimiento o falta de sensibilidad en el miembro superior por un mal apoyo.
Por otro lado, cargar los pasos durante horas puede producir fatiga y agotamiento. En consecuencia, aumenta el riesgo de caídas por pérdida de equilibrio y lesiones. Además, el esfuerzo físico que se realiza aumenta la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Esto hace que aumente el riesgo de problemas cardiovasculares.
Cabe destacar que un gran número de procesiones tienen lugar en regiones de mucho calor y esto hace que aumente el riesgo de deshidratación. Además, una vez que los costaleros están debajo de los faldones y comienzan a cargar el paso, su cuerpo comienza a consumir ácido láctico lo que puede desembocar en un episodio de nerviosismo y fomentar la deshidratación.
Ante la posibilidad de sufrir estos problemas, los profesionales sanitarios recomiendan a los costaleros, en primer lugar, empezar a prepararse para las procesiones tres meses antes, y acudir antes y después de estas fechas a consulta. Además, durante la marcha aconsejan mantener la cabeza erguida y la mirada al frente para prevenir posibles lesiones en el cuello, así como contraer la musculatura abdominal y lumbar, y mantener una postura correcta con el tronco erguido y la espalda recta.
Por otro lado, los expertos sugieren durante el camino pisar con toda la planta del pie, no flexionar del todo las articulaciones de la muñeca y el codo, y utilizar medidas de protección como las fajas o los vendajes sobre las partes más susceptibles de sufrir lesiones. También recomiendan beber líquidos de forma continuada. Asimismo, hay que elegir prendas y calzado cómodo que facilite los esfuerzos y la respiración.
Tras la procesión, los profesionales sanitarios recomiendan parar lentamente y realizar ejercicios de estiramiento así como seguir moviéndose para enfriar los músculos de la misma forma que cuando se realiza otro deporte. De hecho, la fisioterapia ayuda a los costaleros a prevenir las lesiones compatibilizando los entrenamientos con el tratamiento fisioterapéutico. Esto consigue que la musculatura no llegue sobrecargada y pueda responder de forma adecuada ante cualquier imprevisto, ya que una contracturada no tiene la misma capacidad de respuesta y los reflejos son menores.