
Dada su condición de compañía biofarmacéutica enfocada en el cuidado de la piel, Almirall afrontó la llegada de la pandemia con un valioso expertise para mitigar tanto sus efectos como ayudar los profesionales de la salud que luchan en la vanguardia de esta crisis.
Así, y pese a haber sufrido el impacto de la pandemia en el negocio, la compañía ha garantizado la continuidad de sus operaciones gracias al compromiso de su equipo y al impulso de su ambiciosa transformación digital. Como consecuencia, Almirall ha mantenido en todo momento el suministro de sus productos y asegurado la fabricación de todos los medicamentos esenciales para garantizar el bienestar de sus clientes.
Al mismo tiempo, Almirall ha tendido la mano a la comunidad científica, a la que ha ofrecido material sanitario, recursos y equipos para ayudar a superar la crisis y proteger la salud pública. En concreto, la contribución de la biofarmacéutica se ha traducido en la donación de cremas tópicas para el cuidado de la piel seca de las manos y rostros -causadas por el uso de mascarillas- de estos profesionales; la producción de gel antibacteriano; la provisión de equipos de protección individuales (EPI), y el desarrollo y fabricación de respiradores impresos en 3D en colaboración con la Fundación Leitat.
Foco en dermatología
El éxito de la compañía responde en buena medida a su compromiso con la ciencia y la innovación, palpable en su enfoque diferencial en la dermatología médica, en cuatro áreas principales de las enfermedades de la piel: psoriasis, queratosis actínica, dermatitis atópica y acné.
No obstante la pandemia, Almirall relanzó en septiembre su filial en Francia con equipo muy cualificado en dermatología, y fortalecido por la obtención del reembolso y el lanzamiento de su biológico tildrakizumab para el tratamiento de la psoriasis crónica en placas de moderada a grave en adultos.
Almirall trató a más de 6,3 millones de pacientes dermatológicos en 2020
También en 2020, la compañía obtuvo de la Administración estadounidense de Alimentos y Medicamentos (FDA) la aprobación de tirbanibulina, un innovador tratamiento tópico para la queratosis actínica y su primer medicamento de dermatología médica con derechos globales. Esta terapia resulta, además, prometedora por la tolerabilidad limitada que tienen los tratamientos existentes.
Las buenas noticias propiciaron que Almirall fuera seleccionada el pasado julio por el Comité Asesor Técnico (CAT) del Ibex 35 para incorporarse al principal índice bursátil de España.

La labor de Almirall cobra aún mayor importancia si se tiene en cuenta que las enfermedades de la piel a menudo no se diagnostican, no se tratan y no disponen de tratamientos y curas efectivos, lo que supone un importante desafío e impone una pesada carga en la vida diaria del paciente.
La estrategia de la compañía, donde la investigación y el desarrollo tienen un papel crucial, sitúa al paciente en el centro. Así, se trata de eliminar obstáculos con el objetivo de que los pacientes y sus médicos puedan enfrentarse a las complejas realidades que estas enfermedades plantean. Solo en 2020, la compañía trató a más de 6,3 millones de pacientes dermatológicos.
Nuevo CEO, nueva etapa
Las perspectivas de crecimiento de la compañía, impulsadas por los productos clave, vislumbran un panorama esperanzador de cara al futuro y bajo el nuevo liderazgo de Gianfranco Nazzi, que desde mañana es el nuevo consejero delegado de Almirall.
Las líneas maestras de la compañía -el foco en el paciente y la investigación científica de vanguardia- no cambiarán. De hecho, la pandemia ha demostrado que la apuesta por la digitalización, la I+D y la sostenibilidad son esenciales para el impulso de cualquier compañía. Almirall dedica un 14% de su equipo humano y más de 100 millones de euros al año a I+D, y ha reforzado su pipeline -la línea de desarrollo de productos- para abordar las necesidades no cubiertas de los pacientes con enfermedades de la piel.
El 14% del equipo humano de Almirall está destinado a I+D
Los avances científicos y el reciente registro de medicamentos diferenciados para las enfermedades de la piel alimentan esta expectativa. Las nuevas generaciones de biológicos, las terapias génicas no virales, o los Protac -los degradadores selectivos de proteínas- son ejemplo de ello, y Almirall está apostando por las terapias que liderarán la investigación dermatológica del futuro.
La transformación digital es otro de los vectores que guiarán el crecimiento de la empresa en el futuro inmediato. La pandemia de Covid-19 ha tenido un efecto catalizador en la industria farmacéutica. La telemedicina, el uso de inteligencia artificial (IA), de wearables -dispositivos ponibles-, sensores y tecnologías móviles terapéuticas basadas en datos que puedan prevenir, manejar o tratar las enfermedades dermatológicas, es ya una realidad.
En Almirall, todo ello se canaliza a través del Digital Garden, un programa de aceleración -que tuvo en 2020 su segunda convocatoria- que selecciona y trabaja con empresas emergentes de salud digital en el campo de la dermatología para orientarlas y hacer despegar sus ideas hasta convertirlas en soluciones tecnológicas viables.
Alianzas estratégicas
La compañía da asimismo gran valor a las colaboraciones con universidades de primer nivel en el descubrimiento y desarrollo de nuevos tratamientos en dermatología médica. Un ejemplo es su asociación con la Universidad de Dundee (Escocia), con la que ha firmado un acuerdo de investigación multidiana de tres años para el desarrollo de nuevos fármacos degradadores selectivos de proteínas -los citados Protac-.
Almirall ha firmado un nuevo acuerdo estratégico con la empresa de terapia génica de última generación Tyris Therapeutics para abordar afecciones dermatológicas huérfanas mediante terapias génicas no virales. También sobresale el acuerdo logrado con la farmacéutica norteamericana 23andMe para la obtención de licencias que le asegura los derechos para desarrollar y comercializar en todo el mundo el anticuerpo biespecífico dirigido a la IL-36, un miembro de la familia de citocinas IL-1 asociado a varias enfermedades inflamatorias, incluidos algunos trastornos dermatológicos.

La compañía trabaja asimismo con la Universidad de Carlos III, socio en un proyecto de investigación que busca nuevos tratamientos para enfermedades genéticas raras causadas por mutaciones sin sentido, como la epidermólisis ampollosa distrófica recesiva.
Al mismo tiempo, y con el objetivo de situarse en la vanguardia digital, cuenta con más de 25 colaboraciones con empresas emergentes de salud digital y destacados actores de este ecosistema.
Por otro lado, a través de la plataforma de innovación abierta AlmirallShare, la compañía se suma al objetivo de empoderar a los científicos para mejorar la salud de la piel. Esta plataforma ya ha dado lugar a más de 400 propuestas procedentes de más de 60 países y a ocho proyectos de colaboración en curso.