
El esfínter artificial ha cambiado la vida de Vicente Camacho, vecino de Barcelona de 58 años, que, hasta implantárselo, sufría incontinencia urinaria severa a causa de su espina bífida.
Es uno de los casos expuestos hoy en el Hospital Vall d'Hebron con la intención de dar visibilidad a uno de los problemas de salud que más tabús y falsas creencias generan, la incontinencia urinaria y fecal, que afecta tanto a mujeres como a hombres y que, en algunos casos, tiene solución con el implante de un esfínter artificial.
La uróloga especialista en urología funcional y neurourología Marta Allué ha explicado que se trata de un mecanismo "fácil de utilizar" que "va por dentro del cuerpo" y "aprieta la uretra", y es el propio paciente quien lo activa para vaciar la vejiga, mediante una válvula, cuando tiene ganas de orinar.
Camacho lleva implantado el esfínter artificial desde hace casi seis años y confirma que la operación le ha hecho ganar seguridad y confianza en él mismo: "Me ha cambiado la vida al mil por mil", subraya.
Allué explica que este es un dispositivo pensado para casos "muy severos" de incontinencia de esfuerzo, y que, para otros tipos de incontinencia, como la hiperactiva, existen posibilidades como implantar un neuromodulador, que "controla las contracciones anómalas de la vejiga para que el paciente pueda llegar al lavabo".
Los problemas de incontinencia tienden a ocultarse porque están asociados a "tabús, mitos y falsas creencias" y quienes los sufren tienden a hacerlo en silencio: "Cuando vas con personas que no conocen tu problemática, lo pasas mal porque no quieres que se enteren", confiesa Camacho, que pronuncia aliviado que, con el esfínter artificial, "eso ya no pasa".
"De pequeño llevaba pañales de tela. Con los años, me operaron de fimosis y luego llevé un colector preservativo con bolsa de recogida de orina en la pierna", explica el paciente, a quien este último mecanismo dejó de resultarle útil por "problemas fisiológicos" y tuvo que pasar a llevar pañales desechables hasta que le implantaron el esfínter.
"Ahora no es que haga cosas que antes no hiciera, pero de cara a la sociedad y a las relaciones, tengo más seguridad y confianza en mí mismo", subraya Camacho.
"Lo primero que te dicen los pacientes es 'gracias'' porque les ha cambiado la vida", cuenta Allué, que sentencia que la incontinencia genera mucha incomodidad y modifica los hábitos de vida de quienes la sufren.
La doctora también asevera que este problema "es más frecuente a medida que avanza la edad, sobre todo a partir de los 50 o 60 años", pero que "también se da en niños y gente joven".
Causas de la incontinencia
Allué explica que las mujeres sufren incontinencia de urgencia y de esfuerzo en porcentajes similares, aunque los factores que causan cada tipo son distintos.
La incontinencia de esfuerzo en mujeres viene dada por el deterioro del suelo pélvico, como consecuencia de la edad, de haber practicado deporte de impacto o de haber dado a luz mediante partos instrumentados.
Por otro lado, la incontinencia de urgencia afecta de forma similar a mujeres y a hombres: en la mayoría de casos no se sabe por qué se da, pero hay veces que se detectan piedras en la vejiga o enfermedades neurológicas como causa principal, entre otras, según Allué.
En relación con la incontinencia de esfuerzo en hombres, la uróloga detalla que esta deriva de una cirugía previa, porque "orinaban mal o tenían cáncer de próstata", que genera "una afectación neurológica en el esfínter".
La doctora expresa que los pacientes neurológicos pueden tener incontinencia urinaria y fecal a la vez porque "los nervios que van a la vejiga y al intestino están muy cerca y son similares".
Además, añade que, en Vall d'Hebron, hospital referente en vejiga neurógena, los pacientes de urología son "muy diversos" y los hay "sin patologías muy importantes", pero también "más complejos, con enfermedades neurológicas severas que tienen incontinencia".
Cómo mejorar
Teniendo en cuenta que "no todos los casos son iguales" y que "cada paciente debe ser evaluado por su médico", Allúe asegura que "hay tratamientos posibles y opciones para todo el rango de incontinencias", desde leves -unas gotas al estornudar- hasta más graves.
Reducir la cantidad de líquidos, evitar excitantes para la vejiga como la cafeína, la teína, o la cerveza, y programar las micciones son medidas para los primeros niveles de incontinencia según la doctora.
Si eso no es "suficiente", explica que puede recurrirse a tratamientos farmacológicos: "Tenemos una batería de fármacos que ayudan a que el paciente aguante mejor y tenga una vida más cómoda", plantea.
Como medidas para casos más graves, explica que puede inyectarse toxina botulínica en la vejiga para que esta se relaje y el paciente gane en calidad de vida, pues conseguirá "espaciar las veces que va al baño".
"La incontinencia es un sufrimiento que tiene una solución importante en la mayoría de los pacientes", concluye Allué.