Salud Bienestar

¿A qué se dedica el reumatólogo? ¿Cuáles son sus funciones?

¿A qué se dedica el reumatólogo? ¿Cuáles son sus funciones? Imagen: Getty

Podríamos definir la especialidad médica de la reumatología, como la especialidad clínica, rama de la medicina interna, que tiene como exclusiva atribución tanto el estudio, como el tratamiento de toda la patología médica del aparato locomotor, excluyendo, como es lógico, las que tienen un origen traumático.

Es decir, que básicamente la reumatología se encarga de todas aquellas enfermedades del aparato locomotor que no van a precisar, para su completa resolución, de tratamiento quirúrgico ninguno. Así pues, podemos decir que se ocupa de todas aquellas dolencias, que se van a desarrollar de una forma preferente o por lo menos muy predominante a nivel de las articulaciones, tal y como sucede por ejemplo, en los variados y muy diferentes tipos de artritis que existen, o bien como sucede igualmente en la artrosis, representada en todas aquellas numerosas localizaciones articulares, donde ésta suele manifestarse habitualmente.

Por supuesto, se ocupa también de aquellas patologías que afectan a la masa ósea, es decir, las que asientan intrínsecamente a nivel del seno del propio hueso, en su mismo interior e íntimo espesor, tal y como sucede por ejemplo, en la osteoporosis o en la osteomalacia, o incluso en la misma osteonecrosis. Configuran todas estas entidades, articulares y óseas en conjunto, lo que podríamos denominar también como los reumatismos de partes duras.

Como no podía ser de otra forma, la reumatología, igualmente se encarga del estudio y tratamiento de aquellas otras enfermedades, que muy al contrario que las anteriores, actúan afectando principalmente a las estructuras blandas periarticulares, adyacentes a las mismas y que se encuentran abundantemente representadas en este grupo. Pudiendo resultar afectados, en este caso, los elásticos músculos movilizadores, los potentes tendones de anclaje óseo, los eléctricos nervios impulsores, los nutrientes vasos sanguíneos, las amortiguadoras bolsas serosas, las envolventes vainas sinoviales, los estabilizadores ligamentos articulares, las fibrosas cápsulas protectoras... Configuran todos ellos, de esta abigarrada manera y en muy nítida contraposición con el grupo anterior, los también muy frecuentes y conocidos, como reumatismos de partes blandas.

Otra clasificación distinta de las múltiples enfermedades reumáticas, es posible y se puede hacer, por ejemplo en función de la etiopatogenia de las mismas. Es decir, dependiendo de cuál sea el mecanismo de actuación y de la causa que originan estas dolencias. Así, entonces, las podemos agrupar en enfermedades:

- De carácter degenerativo como la artrosis.

- De carácter inflamatorio como las artritis.

- Debidas al depósito de microcristales como la gota o la condrocalcinosis.

- De carácter metabólico como la osteoporosis.

- De carácter autoinmune, del tejido conectivo o conectivopatías y del tejido vascular o vasculitis.

- De origen infeccioso, como las artritis sépticas.

- De orden tumoral, como los síndromes neoplásicos y paraneoplásicos.

- Finalmente, la irritación dolorosa de todas las estructuras periarticulares que hemos mencionado anteriormente, representadas en el bien nutrido y muy abundante grupo, de los llamados reumatismos de partes blandas.

En nuestro país, las enfermedades reumáticas más prevalentes y que, por tanto, son las que más frecuentemente vemos, en nuestra consulta diaria, por orden de frecuencia, resultan ser:

El primer lugar, lo ocupan de forma muy preeminente y destacada sobre todas las demás patologías, las enfermedades degenerativas, representadas fundamentalmente por la artrosis. Bien sea su presentación inicial, en forma de un proceso extenso y generalizado, conocido como poliartrosis, que afecta a prácticamente a todas y cada una, de las articulaciones del organismo. O bien, como sucede mucho más habitualmente, adoptando, cuando menos al comienzo del proceso, una presentación no-toriamente más restringida, selectiva y localizada. Siendo característicamente su asentamiento predilecto sobre todo y según un orden de frecuencia de mayor a menor:

- Primero, a nivel de ambas rodillas.

- En segundo lugar, localizada en las manos.

- Y finalmente, en tercer lugar, afectando a lo largo de toda la columna vertebral.

Aunque en determinadas ocasiones, el proceso de deterioro puede haberse iniciado con anterioridad, de una forma ciertamente prematura, generalmente estos cuadros degenerativos suelen debutar sintomáticamente y hacen por tanto su aparición en la consulta clínica, a partir de la cuarta y sobre todo de la quinta década de la vida. Y así, se va haciendo su presencia progresivamente más intensa y relevante, a medida que se va produciendo, poco a poco, el consiguiente y esperado envejecimiento fisiológico del organismo.

En segundo lugar, se sitúan los muy comunes y ampliamente reconocidos reumatismos de partes blandas, grupo en el cual se incluye y destaca sobre manera, la lumbalgia. Es una patología que adquiere un importante protagonismo, como veremos más adelante, tanto por su ciertamente elevada incidencia, como sobre todo y a nuestro juicio mucho más importante, por la extraordinaria tendencia que muestra esta patología para cronificarse y, por lo tanto, el enorme potencial inductor de incapacidad funcional que lleva implícito, en sí misma. Una investigación internacional, llevada a cabo por el Institute for Health Metrics and Evaluation de Estados Unidos, recientemente publicado en la prestigiosa revista The Lancet, ha revelado cómo la diabetes y el dolor de espalda son actualmente las dos principales causas de discapacidad en nuestro país, siendo la primera más frecuente entre las mujeres españolas, mientras que la principal causa de discapacidad entre los hombres españoles continúa siendo el dolor de espalda.

Este grupo de patologías, que son conocidas en su conjunto de forma coloquial como reumatismos blandos, habitualmente suelen hacer su presentación en la clínica, a edades generalmente más tempranas que en el caso de las patologías degenerativas del grupo anterior. Se producen, normalmente, por la irritación dolorosa, de causa habitualmente mecánica, de las partes blandas adyacentes a las articulaciones y se manifiestan clínicamente, como procesos de tendinitis, bursitis, miositis, fascitis, cápsulitis, ligamentitis, etc. Suelen dar lugar a la aparición de unos llamativos procesos o cuadros clínicos conocidos como síndromes o dolores regionales, que generalmente están muy relacionados con el mantenimiento, de una manera prolongada en el tiempo, de determinadas posturas incorrectas o nocivas, así como también vinculados con la práctica de algunas actividades lúdicas o laborales, que resultan o bien muy intempestivas o poco habituales o incluso, ambas cosas a la vez.

Y muy posiblemente, también tengan que ver con la realización de ciertas disciplinas deportivas, que pueden terminar resultando completamente inadecuadas o muy poco recomendables, tanto en lo que hace referencia a la cualidad, como a la cantidad de las mismas. Incluso, igualmente puede verse facilitada la súbita aparición dolorosa de estos síndromes regionales por la existencia previa, a veces incluso desconocida hasta ese momento para el propio enfermo, de determinadas anomalías estructurales anatómicas, sufridas por el paciente durante el proceso de crecimiento y desarrollo madurativo de su propia constitución osteoarticular, como bien pudieran ser, por citar algún ejemplo de dichas anomalías, la presencia de la jorobada cifosis en el segmento dorsal de la espalda, de la retorcida escoliosis de la columna, o también la coexistencia simultánea de ambos procesos, denominada como cifoescoliosis de la columna vertebral.

Igualmente, forma parte también de este mencionado grupo de anomalías estructurales el frecuente hallazgo de una dismetría de los miembros inferiores, o desigual longitud de las piernas. Hecho éste que resulta muy habitual en la población, hasta el punto de que casi nadie resulta ser perfectamente bilateral y simétrico. A este respecto, se considera como absolutamente fisiológica y por lo tanto, se interpreta como una variante constitucional normal, una diferencia de longitud entre ambas piernas, de hasta seis milímetros.

Lo cual no debe ser óbice para que esta dismetría fisiológica resulte por ello menospreciada y no deba ser adecuadamente valorada. Toda vez, que puede tener una importancia significativa en la responsabilidad del proceso doloroso, al coincidir simultáneamente en el tiempo con alguna de las prácticas o actividades anteriormente referidas. Y por tanto, deba ser necesariamente realizada su corrección, para normalizar la situación dolorosa planteada Otras posibles anomalías anatómicas, también muy relevantes, están relacionadas con una incorrecta disposición de los ejes longitudinales de las piernas, tanto a nivel de las rodillas, donde dan lugar a:

- las rodillas en paréntesis. ( )

- las rodillas en equis. X

- las rodillas en recurvatum.

Como igualmente sucede a nivel del correcto apoyo del talón, donde determinan los procesos podológicos de pie, conocidos como talo varo, valgo o equino e incluso, también las muy habituales anomalías del apoyo de la propia pisada plantar, como son el pie plano o cavo.

Una situación que vemos con cierta frecuencia reflejada en la consulta diaria y que se presenta habitualmente, asociada a este conocido grupo de reumatismos de partes blandas, formando ciertamente parte activa del proceso y suponiendo, por regla general, un más que notable agravamiento de la intensidad de la sintomatología clínica producida, es la reconocida existencia del proceso de hiperlaxitud articular, que al condicionar un aumento exagerado del normal rango de movilidad de las articulaciones del paciente, resulta de esta manera directamente responsable de dicho empeoramiento doloroso. Peor esta situación merece ser vista con más detenimiento y nos ocuparemos de ella, así como de los restantes grupos de enfermedades reumáticas el próximo día.

Relacionados

WhatsAppFacebookFacebookTwitterTwitterLinkedinLinkedinBeloudBeloudBluesky