Salud Bienestar

Dar azotes a un niño puede provocar en él una actitud agresiva en el futuro

  • Un estudio demuestra que es similar al abuso físico
Un padre con su hija en brazos. Imagen: Reuters

Azotar a un niño para regañarle por su comportamiento puede afectar al pequeño en lugar de enseñarle buenos modelos. Y es que este gesto puede tener efectos similares al abuso físico. Así, pegar a un niño incita a tener una actitud desafiante y puede provocarle problemas salud mental y comportamientos antisociales, según un estudio realizado conjuntamente por la Universidad de Texas (Austin) y la Universidad de Michigan.

Según recoge Europa Press, el estudio, publicado en Journal of Family Psychology, concluye que azotar a un niño, indiferentemente del lugar del cuerpo donde se haga, puede provocar un "peor comportamiento a largo plazo", según ha indicado Elizabeth Gershoff, profesora asociada de Desarrollo y Ciencias de la Familia Humana en la Universidad de Texas.

Tras analizar a 150.000 niños se ha comprobado que los niños que reciben azotes por parte de sus padres o tutores tiene los mismos resultados negativos que aquellos que han sufrido "abuso físico" durante su juventud, aunque de manera "ligeramente inferior". Con azotes el estudio define "golpes con la mano abierta en el trasero o en las extremidades", mientras que el abuso físico sería "el uso intencional de la fuerza contra un niño" cuyo resultado provoca "lesiones o daños corporales".

Asimismo, los investigadores aclaran que con este tipo de gestos la conducta del menor no ayudan a que "mejoren de inmediato" sino que se consigue que sean "más propensos a ser agresivos y antisociales".

Pese a que el padre al utilizar la violencia con el niño pretende éste cambie su actitud, el efecto que se puede conseguir es totalmente adverso. "El niño piensa que puede utilizar la agresividad para conseguir lo que quiere", dicen.

Muchos mantienen que pegar a los hijos es algo anticuado. Según Gershoff, los azotes se dan de padres a hijos porque se han ido transmitiendo "de generación en generación" o porque algunas religiones enseñan que este método "es correcto".

"La gente piensa que si no dan azotes son presas fáciles. Se puede ser un padre firme con altas expectativas para los niños. No hay por qué golpearlos para demostrar el poder", indica Elizabeth Gershoff, quien resalta que "los padres deben ser modelos de conducta".

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