
Durante años, han sido tratadas como las 'cenicientas' de la industria del porno. Sin embargo, las nuevas tendencias eróticas creadas al calor de internet y las redes sociales las han disparado hasta su edad dorada. Presentamos así a las camgirls, chicas "normales" que explotan su sexualidad -y la de los demás- desde su habitación y con la única ayuda de una webcam.
"Yo diría que las camgirls somos chicas normales. Chicas normales que nos desnudamos y hacemos shows eróticos por internet. Y ganamos dinero con ello: algunas, mucho", explica Marta C. Serrano, una camgirl española, en un artículo publicado en Vice.com.
En Wikipedia, son descritas como "modelos que realizan espectáculos sexuales en internet a través de un dispositivo de webcam en directo". Matiza la enciclopedia colaborativa que estas 'modelos' suelen recibir "dinero, regalos o atenciones" a cambio de sus shows.
No son solo chicas. El término, que hace alusión al imprescindible papel que juega la cámara (cam, abreviado del inglés) también se aplica a ellos, a los que se conoce como camboys. Sin embargo, los números cantan buceando en Google. Mientras que una búsqueda de camgirls genera más de 3.560.000 resultados en la red, los camboys solo producen 500.000 entradas. Una diferencia considerable que constata, una vez más, que el negocio del sexo on line sigue teniendo una gran protagonista: la mujer.
Las camgirls viven su mejor momento aupadas por la última tendencia en la industria del entretenimiento sexual hacia espectáculos más caseros y naturales, menos artificiosos que los que brinda el porno tradicional y que han elevado a los vídeos sexuales amateur a la categoría de lo más buscado en internet. Es decir, gente normal teniendo sexo. Pese a que las camgirls reivindican esta normalidad, sus perfiles parecen desafiar el concepto: jóvenes de físico explosivo que, en ocasiones, compaginan su trabajo frente a la webcam con la prostitución, como la británica de 24 años Hookerproblemz, muy popular en las redes.
Eso sí, el universo webcam ofrece un abanico de opciones alejadas del porno tradicional. Categorías como "abuelas, amas de casa, embarazadas, tetas pequeñas o pelirrojas" se despliegan en las plataformas de las camgirls, ofreciendo infinitas posibilidades de chicas para todos los gustos.
Así ingresa dinero una 'camgirl'
El dinero fácil y sin moverse de casa emerge como el principal atractivo para desarrollar esta labor en internet. Ante las camgirls se abren múltiples vías para ingresar beneficios. La tradicional supone el pago de una tarifa por minuto del show en directo al que accede el usuario. Los regalos conforman una línea alternativa -pero muy popular- de ingresos para estas mujeres. Sus 'caprichos' son puestos en conocimiento de sus 'visitantes' desde una lista de deseos -wishlist- publicada en Amazon, con la que estos realizan compras on line para satisfacerlas. Estos regalos varían desde los gadgets tecnológicos, móviles de última generación hasta mobiliario para el dormitorio en el que 'trabaja' la camgirl.
A veces, el usuario ingresa una suma de dinero directamente en la cuenta de la chica a cambio de sus espectáculos. La publicidad que aprovecha la popularidad de algunos de los perfiles más solicitados también engrosa los beneficios de las camgirls, a lo que se suma la 'prescripción'. Al igual que las bloggers de moda recomiendan productos de belleza o determinadas marcas a sus seguidoras pagadas por las firmas a las que publicitan, las camgirls aconsejan a sus seguidores plataformas de porno on line de pago que, a su vez, compensarán a sus 'prescriptoras' de lujo.
La clave del éxito y la convención definitiva
La popularidad de esta novedosa actividad laboral, con un recorrido en paralelo al de los youtubers, quedó constatada en el verano de 2014 en Miami Beach, donde tuvo lugar una convención de camgirls y camboys (Camming Con) a la que asistieron miles de aficionados a este género erótico. En este punto, resulta oportuno analizar los motivos del furor desatado por estas féminas 'normales' que montan peep shows desde sus camas adornadas con muñecas de primera comunión.
La cercanía, exclusividad y sensación de intimidad y de contacto más personal con el objeto del deseo parece erigirse como clave del éxito. El usuario puede pedir a la camgirl espectáculos más personalizados, que haga cosas solo para él y, en definitiva, moldear la experiencia a su gusto. Pero también tienen la posibilidad de charlar como dos desconocidos en un chat a un nivel que va más allá de lo sexual. Jes Marie, una conocida camgirl que trabaja en la plataforma de Playboy, lo explica así a sus seguidores: "Estoy aquí para menear el culo, y eso está bien. Pero si quieres hablar de libros, hazlo, por favor. Me encanta la literatura".
Esta posibilidad segrega a las outsiders del porno de las estrellas de la industria. Además, a diferencia de las prostitutas, no suelen aceptar citas con sus seguidores. Ellas reivindican su estatus de fantasía, y por este motivo rechazan las peticiones -muy frecuentes, por otra parte- de vis a vis.
Sabrina Nellie, Gianna Michaels, Harleiquinnx, Zia o Effy son algunos nombres exóticos sobre los que las 'chicas normales' construyen su perfil para seducir en la red y arrastrar a su cauce a millones de usuarios que buscan excitarse de un modo distinto... O quizá solo se trate de la historia más vieja del mundo con un marketing 2.0. El juicio queda en sus manos.