
Acostumbrados a multitud de pruebas como ecografías, resonancias y extracciones de sangre, fue un simple test de embarazo el que diagnosticó el cáncer testicular sufrido por un joven británico.
La historia de Byron Geldard que recoge The Telegraph comienza cuando los médicos descubrieron un bulto en su costado, pero no fueron capaces de discernir de qué tipo de tumor se trataba.
Según el equipo de especialistas que atendió al joven, éste podría tener en ese momento probatorio hasta cuatro o cinco tipos distintos de cáncer, por lo que había esperar a los diversos resultados.
En ese punto, los médicos decidieron aplicarle un test de embarazo, una técnica que ya se lleva usando unos seis años, debido a que el cáncer de testículo desarrolla el mismo tipo de hormona que el desarrollo de la placenta.
Los resultados posteriores confirmaron el extremo que había adelanto el test de embarazo: el joven tenía un cáncer testicular nivel 4 que se había extendido al abdomen y a los pulmones.
Como aclara la portavoz de 'Teenage Cancer Trust', entidad que combate el cáncer entre adolescentes, este tipo de test se consideraron fiables a ser las mismas proteínas las que se detectan en la orina de pacientes con cáncer testicular y en mujeres embarazadas.
Ahora que ay está libre de su enfermedad, Geldard recuerda con humor cómo fueron aquellos momentos de su diagnóstico: "Allí estaba yo, con un positivo en un test de embarazo y con algo creciendo dentro de mí. Me imaginé que iba a terminar en un documental".