Madrid, 2 ene (EFE).- El primer día de aplicación de la ley antitabaco se desarrolla en Madrid con la resignación de los fumadores y el alivio de quienes no fuman, mientras que los propietarios de bares confían en que no se note mucho en la facturación.
Varios dueños y clientes de establecimientos de hostelería han coincidido hoy, en declaraciones a Efe, en afirmar que la norma se acatará sin muchos problemas.
En la calle Ríos Rosas, el gerente del bar "Non Solo Caffe", Claudio, está convencido de que los clientes fumadores se acabarán acostumbrando a no sacar el mechero y el cigarrillo en el interior.
"Cuando vengan, si encienden un cigarro, les diremos que no se puede y lo dejarán... no habrá problemas", coinciden Claudio y el camarero Claudio, que ya vivieron la experiencia de la ley antitabaco en su país de origen, Italia, hace algunos años.
El dueño cree que quizá al principio haya menos clientes, "pero luego no se notará. En Italia ya pasó y no hubo grandes problemas".
Incluso ellos dos tendrán que acostumbrarse, porque ambos son fumadores y para no caer en la tentación han retirado todos los ceniceros: "¿quieres uno?", dicen al periodista con una sonrisa:
En la calle Modesto Lafuente está Casa Fonso, a cuyo dueño, Martín le parece "fenomenal" la ley contra el tabaco.
"Soy partidario al cien por cien de la ley", dice el dueño de este local en el que hasta ayer la gente fumaba con absoluta libertad.
En un primer momento - admite - quizá afecte un poco a la presencia de clientes: "igual en lugar de tomarse dos cafés o tres copas se toman una.. pero la gente se acostumbrará".
Entre los clientes los hay como Sonia, fumadora, que reconoce llevarlo mal: "al final tendré que dejar de fumar. Ahora tendré que tomarme el café más rápido y salir a la calle a fumar. Hay que acatarlo, no hay más remedio.
Al lado de Sonia, una amiga que no es fumadora dice que no se debería restringir tanto la norma, que tampoco es necesario impedir fumar en todos los sitios.
El debate está en la calle y en los propios locales, como el que protagonizan Pilar y Claudio, dos clientes de Casa Fonso, ella fumadora y él no.
Ambos se enzarzan en pequeña discusión sobre si se debe restringir la libertad individual de fumar o no.
Pilar dice que entiende que no tiene que ahumar a la gente, y respetará la ley, pero cree que debería tener derecho a fumar con otros amigos fumadores en algún lugar, porque sería su problema "matarse" sin molestar a nadie.
Claudio discrepa y afirma que el hecho de que se permitan clubes de fumadores "es una gatera por donde se colarán todos ellos fumadores, y la ley no valdrá al final para casi nada", aunque asegurara sentirse "feliz" con la norma, porque el objetivo ha de ser garantizar los derechos de los no fumadores.
La norma prohíbe fumar en los ingresos de los hospitales, aunque esta mañana se veía a algunas personas que lo hacían en la entrada de la Fundación Jiménez Díaz, en Madrid.
Había quien se alejaba más allá de la verja de acceso al hospital, pero una mujer fumaba junto a la puerta, en la que había instalados dos ceniceros grandes, y una joven se liaba un pitillo sentada en una jardinera a unos metros de la puerta.
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