
Antonio Pérez comenzó a investigar en cáncer infantil hace 26 años. Desde entonces y hasta ahora, la situación de esta enfermedad ha cambiado radicalmente en España. Actualmente, Pérez se encuentra a caballo entre Londres y Madrid. Atiende a las preguntas de elEconomista.es desde la ciudad del Támesis, donde investiga en la sede del Great Ormond Street Hospital (GOSH), el primer hospital para niños de Inglaterra, fundado en 1852. Curiosamente, este centro, además de ser la entidad con mayor investigación de cáncer infantil del país, posee parte de los derechos de Peter Pan en Europa, por lo que también otorga los permisos de representación de uno de los mayores clásicos de la literatura infantil universal en el Viejo Continente.
¿Qué se encuentra investigando en Londres en estos momentos?
Soy profesor en la Universidad Autónoma de Madrid, pero este año me he pedido un año sabático y me he venido con mi familia en un curso escolar. Estoy en el Great Ormond Street Hospital (GOSH) haciendo lo que yo hago: estudiar las CAR-T [terapia por la que se modifican las células T del paciente para que ataquen a las tumorales]. Es un hospital que tiene centralizado en toda Inglaterra el trasplante hematoyético infantil y los CAR-T. Pero también estoy con la mirada puesta en Madrid. Tengo allí mi grupo, mi gente.
¿Qué espera conseguir con el estudio de Inglaterra?
Mucho. El tema de los CAR-T es curioso. Se empezó a trabajar con ellos en VIH, y fracasó. Se trabajó también en leucemia linfática crónica, que son enfermedades de adultos, y fracasó. Solamente cuando un pediatra de la Universidad de Pensilvania lo propuso fue cuando funcionó. Desgraciadamente, de aquel momento, que fue en 2012, han pasado 13 años, hasta ahora. Hay aprobados más de 11 medicamentos de terapia avanzada, más de siete CAR-T, pero solamente una enfermedad pediátrica a día de hoy es la que tiene aprobación: la leucemia linfoblástica aguda. El resto son leucemias de adulto.
¿Por qué solo hay una aprobación para niños si se ha demostrado su eficacia?
Hay muchas explicaciones. La fundamental es que los cánceres en niños son todos enfermedades raras, poco prevalentes. Y la industria farmacéutica no tiene interés en desarrollar CAR-T para enfermedades tan poco comunes porque el retorno es muy pequeño. La mentalidad es de irse a enfermedades importantes como el mieloma en adultos, la leucemia, y el linfoma. En niños, esto nació en el ámbito de la investigación, y ahí se ha quedado, en la academia.
¿Para qué enfermedad estáis desarrollando vuestro CAR-T?
Para leucemia linfoblástica aguda infantil tipo T y leucemia mieloide aguda infantil no tenemos CAR-T. Aquí en GOSH estamos desarrollando dos CAR-T alogénicos para estas indicaciones que ya están en ensayo clínico. Es una fase precoz, I 2a.
¿Qué diferencia el cáncer del niño del que se desarrolla en adultos?
Todo. No tiene nada que ver. Los niños no tienen cáncer de mama. No tienen cáncer de próstata. No tienen cáncer de colon. Y los adultos no tienen neuroblastoma. No tienen sarcoma de Erwig. No tienen leucemia ni un tumor difuso de tronco, por ejemplo. Hay algunas entidades histológicas que sí compartimos, pero la genética es diferente.
¿Por qué?
El cáncer de los adultos es una genética relacionada con el envejecimiento, con las mutaciones. En los niños es el fenómeno contrario: los niños no envejecen, los niños crecen. A nivel genético, las alteraciones son diferentes.
Y estas diferencias se trasladan al tratamiento...
Claro. En los niños, es muy intenso y más corto en el tiempo. En los adultos es todo lo contrario. En mayores, además, se quiere curar cronificando. Pero en los niños queremos curar como si fuese un catarro. Que se tenga hoy y mañana ya no, sin cronificar. No tiene nada que ver.
Y la supervivencia tampoco tiene nada que ver, ¿No?
Ni la histología, ni la genética, ni la prevalencia, ni los tratamientos, ni la supervivencia. Afortunadamente, curamos a ocho de cada 10 niños. En adultos, están en cinco de cada 10. Entender que el cáncer forma parte del envejecimiento se puede aceptar, pero entender que el cáncer sea la primera causa de muerte en la infancia en los países desarrollados, no.
¿Cuáles son las terapias más punteras en este sentido?
Por un lado, la medicina personalizada. Por el otro, la inmunoterapia, la terapia celular o la terapia CAR-T, que persigue curar a niños que antes no curábamos. Esto ha hecho que ahora estemos curando, por ejemplo, leucemia linfoblástica casi a 9 de cada 10 niños. Esto parecía imposible antes. Pero aún el vaso no está lleno, aún hay un porcentaje de niños que se siguen muriendo con leucemia aguda.
"El poder de la célula como elemento curativo es espectacular y todavía no tenemos ni idea"
¿Definiría estas terapias como los principales hitos que han marcado su carrera?
Uno de los principales hitos ha sido el trasplante de médula. Desde que yo empecé hasta ahora, ha cambiado radicalmente hasta convertirse en terapia celular. En segundo lugar, claro, la inmunoterapia. Es algo que yo escuchaba cuando era joven y era médico interno residente. Parecía magia. Ahora sabemos que las células son igual de potentes o más que la quimioterapia. El poder de la célula como elemento curativo es espectacular y todavía no tenemos ni idea. Estamos aprendiendo y el ejemplo paradigmático es la terapia con CAR-T. Es capaz de curar a niños incurables en cuatro semanas.
Ha aumentado la supervivencia notablemente en la infancia, pero ¿Quedan secuelas en estos niños?
Los pediatras perseguimos no solo curar a todos los pequeños, sino curarlos bien, con menos secuelas. Se dice que el 60-70% de los niños que están vivos tras un cáncer, que ya son adultos, tienen alguna secuela que les condiciona su vida. Hay aproximadamente casi medio millón de adultos en Europa supervivientes a un cáncer infantil, y el 70% de ese medio millón tiene algún tipo de problema que le hace estar ligado al hospital.
¿Cuáles son los más comunes?
Por ejemplo, enfermedades crónicas. Las más importante son de tipo metabólico y endocrinológico: son niños que tienen mal control metabólico, más riesgo de diabetes, de colesterol a edades tempranas y jóvenes. Por todo ello, tienen problemas de tiroides y de crecimiento. También arrastran problemas óseos. De hecho, muchos están amputados y tienen prótesis. Muchos son estériles y tienen problemas androgénicos y de fertilidad. Además, en la edad adulta, tienen más riesgo de cáncer que el resto de la población.
"La inmunoterapia y la terapia dirigida persiguen curar de una forma más específica y con menos efectos adversos"
¿Este problema se acabará solucionando?
Sí. La inmunoterapia y la terapia dirigida persiguen eso: curar de una forma más específica y con menos efectos adversos. Lo que ocurre a día de hoy es que lo estamos utilizando en niños con enfermedades muy avanzadas, y tenemos que procurar que estos medicamentos nuevos se utilicen en fases más tempranas. Para eso es muy importante hacer ensayos clínicos y demostrar que es tan factible como los tratamientos estándares. Los tratamientos actuales con quimioterapia resuelven un problema agudo, pero no dejan de ser fármacos tóxicos que hacen daño en el ADN de forma irreversible. Es como matar moscas a cañonazos.
Ahora se están estudiando vacunas contra el cáncer. Hasta ahora solo previenen metástasis. ¿Se está investigando algo parecido en niños?
De momento, solo se está haciendo con vacunas de ARNm para cáncer de pulmón. Es un trabajo súper bonito. Desgraciadamente, en niños no tenemos nada de eso todavía. Lo que estamos tratando ahora es de identificar de forma temprana para hacer diagnósticos y tratamientos más tempranos. Pero no trabajamos en prevención. Es otra diferencia con respecto al cáncer en adultos.