
El Ministerio de Sanidad ya prepara la reforma de la Ley del Medicamento. Lejos de los dos Reales Decretos conocidos (el de evaluación y el de financiación de fármacos), el anteproyecto al que este periódico ha tenido acceso está lejos de satisfacer las demandas de la industria farmacéutica y, con ellas, dar encaje legal a la recién aprobada estrategia nacional del sector.
Una de las novedades del documento es la recuperación de las subastas de medicamentos, si bien llegan con una denominación distintas: precios seleccionados. Según el articulado que prepara el Gobierno, cuando la reforma de la ley se apruebe nacerá un sistema de precios seleccionados que consistirá en una batalla por rebajar el precio de moléculas sin patente para quedarse con la totalidad del mercado español. De esta guerra, habrá un ganador que, previa demostración de que tiene capacidad de suministro, se quedará con el 50% del negocio que ofrece España. Por detrás, se seleccionarán dos operadores más que se repartirán el resto. La batalla de precios se repetirá cada dos meses.
Según fuentes consultadas, "este sistema de subasta continuada impacta directamente en los pacientes, los prescriptores y las compañías farmacéuticas en nuestro país". Las razones son obvias. Por un lado se producirán cambios muy frecuentes de la medicación para los pacientes, dificultando la adherencia a los tratamientos, sobre todo en la población polimedicada, que suele ser la más avejentada. Por otro lado, podría introducir el copago evitable, obligando a los pacientes que están bajo tratamiento de un medicamento que no sea el seleccionado por su precio más bajo a abonar la diferencia de precio con el medicamento recetado por el médico, afectando por tanto a poblaciones vulnerables.
Pero además, esta nueva política ataca directamente al espíritu de la Estrategia Farmacéutica de España. Este plan, aprobado el martes por el Consejo de Ministros, buscaba, entre otras cosas, atraer fabricación a España de medicamentos. El problema es que para rebajar el precio (y basta con ver la experiencia en Andalucía hace una década) se necesita tener costes bajos, por lo que los actores que participarán serán empresas del sudeste asiático, en su mayoría. "Generará un nuevo escenario inestabilidad e incertidumbre económica para las compañías, con el consecuente impacto negativo sobre las decisiones de inversión y crecimiento en España y promoverá las exportaciones paralelas, provocando problemas de suministro", dicen las fuentes consultadas.