
Las farmacéuticas llevan tiempo estudiando la fórmula maestra para optimizar sus inversiones. La solución parece haber llegado de la mano de la inteligencia artificial, que entre sus múltiples promesas también se encuentra la de optimizar los procesos de desarrollo de un medicamento, que hoy en día se sitúan alrededor de los diez años.
La apuesta por parte de las grandes multinacionales es decidida y en los próximos tres años van a incrementar sus inversiones en este campo desde los 1.000 millones en 2022 hasta los 22.000 en el ejercicio 2027, según un estudio realizado por Standard & Poor.
Las bondades de esta inversión se verán en el tiempo de desarrollo de los medicamentos, principal talón de Aquiles de las farmacéuticas. Según el estudio realizado por la agencia de recalificación, los ensayos preclínicos, es decir, antes de probar la molécula en humanos, se reducirían desde los cuatros a sietes años actuales hasta los dos o tres años.
Por otro lado, la parte clínica de dichos estudios, es decir, cuando ya se prueba el futurible medicamento en humanos, también acortaría su proceso. Según argumenta Standard & Poor, se podría reducir desde los ocho actuales hasta los cuatro utilizando la inteligencia artificial.
La capacidad de reducir a la mitad el tiempo de desarrollo de una molécula es vital para las farmacéuticas, que en muchas regiones del mundo se enfrentan a un entorno muy regulado. Si consiguen llegar al mercado antes, repercute directamente en sus ingresos, toda vez que tienen el cronómetro de la patente en veinte años.
Pero no serían las farmacéuticas las únicas beneficiadas por este avance en el desarrollo de medicamentos con la inteligencia artificial. Los sistemas sanitarios como el que existe en España también podrían salir ganando a la hora de negociar con las compañías que quieren introducir un medicamento en el país. Y es que si una firma tiene más tiempo de comercialización para rentabilizar la inversión que realizan en un medicamento, el precio podría ser inferior.
Falta de rentabilidad
El negocio del medicamento no vive su mejor momento. A pesar de las ventas millonarias que se están viendo con algunos productos, esta es solo la excepción de una regla que se está agravando en los últimos años. Comercializar hoy un nuevo fármaco es tres veces menos rentable que en 2014, cuando alcanzó la cota más alta de la última década (7,2%), según los datos que ofrece Farmaindustria.
Las explicaciones a este fenómeno son varias y con responsables diferentes. Por un lado, los tratamientos que se investigan hoy son mucho más complejos que los que se hacían antaño. La síntesis química era mucho más rentable que el desarrollo de terapias biológicas y estás últimas no llegaban a los costes que tienen hoy algunas terapias génicas. A la vez, esta complejidad de los nuevos medicamentos exige también mayores ensayos clínicos, con más plazos y, en definitiva, más costes. Los datos son claros: la inversión en I+D se ha duplicado en la última década mientras que las ventas no son las de antaño.
Y es, precisamente, en todo este cóctel que explica la situación actual donde la Inteligencia Artificial podrá romper una tendencia que hasta ahora no era posible. La panacea de reducir el tiempo de desarrollo de un medicamento es, ahora, posible, según los expertos.
El número de acuerdos de colaboración entre farmacéuticas y empresas tecnológicas para desarrollar la Inteligencia Artificial es ahora el más alto en los últimos cinco años. En 2022, uno de cada 10 acuerdos que llevó a cabo la industria farmacéutica iba dirigido a la introducción de esta tecnología.