
La posible opa de Brookfield ha despertado sentimientos de incertidumbre entre los trabajadores que forman la plantilla de Grifols. La sección sindical de Comisiones Obreras de la compañía apunta que podrían peligrar puestos de trabajo e incluso las unidades de negocio que conforman la empresa. La "clave" será la intención con la que llegue el potencial inversor al laboratorio catalán.
El 8 de julio, el fondo informó a través de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que estudiaba junto a la familia Grifols una oferta pública de adquisición sobre la centenaria farmacéutica con el objetivo de sacarla de bolsa. La plantilla de trabajadores se enteró al mismo tiempo que el resto del mundo.
Ese mismo lunes, el sindicato solicitó una reunión urgente, que se produjo un día después. "Les preguntamos sobre las intenciones de Brookfield, qué tipo de fondo era y la posible reestructuración", indica la secretaria general de la sección sindical de CCOO en Grifols, Anabel Pimentel del Rio, a elEconomista.es. "Nos dijeron que no tenían información y que era algo que se le escapaba a la propia dirección de la empresa", agrega.
Ambas partes quedaron en celebrar una nueva reunión que va a tener lugar el 23 de julio. Ese día, los trabajadores esperan obtener más información al respecto. De momento, no han recibido ninguna "certidumbre" por parte de la empresa sobre cómo está evolucionando la posible opa y que les pueda dar tranquilidad de si afectará o no a los puestos de trabajo.
No solo temen que peligren sus puestos, sino también que puedan venderse unidades de negocio. "¿Qué nos preocupa? Que se venda una parte del negocio", apunta la secretaria general.
Cabe recordar que Grifols liquidó hace unos años su división de bolsas de sangre para hospitales en su planta de Murcia. Afectó a alrededor del 50% de la plantilla. También realizó un Expediente de Regulación de Empleo (ERE), que afectó a 53 personas en España, con el fin de ahorrar costes después de comprar Biotest. "Hablamos de algo que puede llegar a ser mucho más serio. Por ello, estamos diciendo a la compañía que lo que no puede hacer es que estemos trabajando con esta incertidumbre e irnos de vacaciones sin tener un poco la tranquilidad de hacia dónde va la empresa", explica Pimentel.
Así, la piedra angular será la intención que tenga el fondo canadiense. En caso de buscar obtener rentabilidad a corto plazo, "sí vemos que peligran mucho nuestros puestos de trabajo", dice. Si sale adelante la opa, el inversor deberá asumir la deuda de Grifols, sobre todo la que vence el próximo año y "no habrá margen de maniobra".
La semana pasada Brookfield y la saga catalana consiguieron luz verde para acceder a los libros de la compañía y ahora se encuentran en esta fase de auditoría. Fuentes de la compañía transmiten a este periódico que "se ha iniciado un proceso de due diligence. Grifols sigue operando como siempre, todas las líneas de producción están garantizadas y la compañía está centrada en su misión de servir a sus pacientes, donantes y clientes".
De momento, la posible opa ha provocado cambios en el consejo de administración de la compañía catalana. La semana pasada, dos consejeras independientes, Carina Szpilka Lázaro y Claire Giraut, presentaron su renuncia. Ahora, Montserrat Muñoz Abellana toma el testigo de la primera mencionada como consejera independiente coordinadora del gobierno corporativo, y Anne-Catherine Berner sustituirá a Giraut como presidenta de la Comisión de Nombramientos y Retribuciones, entre otros.
Por otro lado, se han producido modificaciones en el capital del laboratorio. En concreto, JP Morgan, Jefferies, BlackRock y Melqart han incrementado sus participaciones, mientras que los fondos bajistas Marshall Wace y AKO Capital han disminuido su posición.