
Tras el impasse de la vacuna contra el Covid, Pfizer vuelve a mirar a uno de sus negocios principales: la oncología. La multinacional dirigida por Albert Bourla está peinando el mercado chino con el objetivo de comprar alguna compañía biotecnológica con potencial en el desarrollo de anticuerpos conjugados, una de las últimas innovaciones para el tratamiento de algunos tipos de cáncer.
Este tipo de medicamento se asemejaría a una 'quimioterapia inteligente'. Son moléculas que distinguen entre las células cancerosas y las sanas y atacan solo a las primeras. Están siendo utilizadas, sobre todo, en cáncer de mama, aunque también se está avanzando en pulmón. Hasta la fecha, la japonesa Daichii Sankyo es la farmacéutica líder en esta nueva modalidad de tratamiento, pero ahora el gigante estadounidense está decidido a entrar en el terreno de juego.
Las operaciones que maneja Pfizer serán transacciones pequeñas. Tras el enorme desembolso que protagonizó la empresa a mediados del año pasado, con la compra de Seagen por 40.000 millones de euros, ahora los directivos de la americana descartan grandes operaciones y están buscando oportunidades de mercado para reforzar su área oncológica.
La multinacional pasó en 2022 de unos resultados récord en el sector (superó los 100.000 millones de facturación) a un 2023 en el que la falta de ventas de vacunas contra el Covid lastrará los resultados anuales. Por eso, la compañía ya avisó que se avecinaba una época de compras para reforzar su abanico terapéutico y volver a crecer en los próximos años.
Entrar en la última innovación oncológica es capital para Pfizer. Si se obvian tanto la vacuna como el antiviral para el Covid, Ibrance es el tercer medicamento más vendido de la compañía, con más de 5.000 millones de facturación en 2022. Este fármaco está indicado para el cáncer de mama pero su patente acaba en 2027. Si la americana tiene éxito en su búsqueda de una empresa china con potencial en los anticuerpos conjugados, estará labrándose el futuro sustituto de este medicamento.