Salud Bienestar

Así es como una joven que dedicaba 14 horas diarias a las pantallas ha ordenado su vida

  • Actualmente dedica 7 horas y media, y dice que no se conforma
  • Está dejando atrás sus 15 años de dependencia con las redes sociales
  • Estudios indican que niños y adultos son muy dependientes de estas
Mujer utiliza su teléfono móvil (Dreamstime).
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Una joven de 24 años cuenta cómo, con tan solo 9 años de edad, utilizó un supuesto cumpleaños para poder crearse una cuenta en la red social Facebook. La verificación de edad de dicha plataforma requiere tener al menos 13 años cumplidos. Comenta que desde entonces apenas ha habido un solo día de su vida en el que no se zambullese en las redes sociales.

Así, durante 15 años se ha levantado, acostado y dedicado numerosas horas diarias a Facebook, Instagram, Snapchat o Twitter. Durante su etapa universitaria, admite que dedicaba en torno a 14 horas cada día a estar frente a una pantalla. 

Una realidad preocupante

De acuerdo con una investigación que Pew Research Center llevó a cabo en 2021, hasta el 31% de los adultos estadounidenses "están en línea casi ininterrumpidamente". Esto son más de 80 millones de personas. Por su parte, la aplicación Qustodio indicaba que, para ese mismo año, los niños de entre 4 y 18 años que viven en España, Reino Unido y Estados Unidos pasan una media de 4 horas diarias conectados a pantallas, sin contar las horas escolares.

La psicóloga clínica Raquel Martin indica que los que forman parte de la "Generación Z", al estar inmersos en redes sociales y otras tecnologías desde su infancia, son los que más sufren por la desproporcionada exposición a las pantallas y los dispositivos.

Los efectos en la salud

Pero Martin explicaba a CNBC Make It que los efectos que esta sobreexposición causa en la salud son para tener muy en cuenta: "Descoloca al ritmo natural del cuerpo, dificulta conciliar el sueño y puede incluso incrementar la tendencia a compararse socialmente de forma poco sana".

Volviendo a la joven que fue dependiente, esta dice que entre 2020 y 2022 no era capaz de dormir, era excesivamente crítica consigo misma y se sentía deprimida. Es por esto que en enero de 2023 optó por realizar un cambio en su vida.

Se trataba de empezar a limitar su consumo de redes por las mañanas. Asegura que actualmente tanto su cuerpo como su mente ya se lo agradecen. Entonces, estas son las medidas que ha tomado, y que asegura que le están funcionando.

1. Crear metas específicas y realistas

Para la joven, solo será posible limitar el uso de las redes si el cambio es consistente, y para ella la mejor manera de lograrlo es manteniéndose ocupada. Más concretamente, desde enero ha cambiado el tiempo de 'scroll' antes de ir a trabajar por actividades como el deporte, la lectura o la meditación. También se empeña en dejar el teléfono al menos 1 hora antes de acostarse.

Finalmente, a menudo comprueba su uso de pantalla diaria para mantenerse responsable. Comenta que, si bien pueden parecer variaciones ínfimas, el progreso es muy grande. En dos meses, redujo sus 9 horas diarias en redes a 7, y Martin explica que algo así es posible gracias a que los objetivos son precisamente específicos y realistas.

"Si no somos realistas, entonces podemos estar preparando todo para fracasar. Decir que se quiere reducir el tiempo de pantalla es demasiado abstracto. Debes primero saber cuánto lo utilizas, para pensar el número de horas que quieres dedicar a otra cosa, y situar así expectativas realistas", argumenta la psicóloga clínica.

2. Más cuidado los fines de semana

Debido a que no tiene la necesidad de acudir a la oficina, la joven explica que los sábados y domingos siente más tendencia a estar con el móvil. Entonces, utiliza una funcionalidad de su teléfono que le permite limitar el uso de las aplicaciones, de forma personalizada. Gracias a ello, cuando se cumple el tiempo estipulado la aplicación se bloquea hasta el día siguiente.

Por ejemplo, como actualmente nota que es en TikTok y en Twitter donde más "hace la vista gorda", se ha impuesto un límite de uso de 3 horas diarias para ambas. Además, tiene 90 minutos diarios para YouTube e Instagram, ya que los usa menos. 

Y si observa más a largo plazo, entonces podrá ver los cambios realmente importantes. Por ejemplo, de sus 14 horas diarias cuando era universitaria, actualmente el tiempo se ha reducido a 7 horas y media. Esto es prácticamente la mitad, y sus intenciones no se quedan ahí.

3. Entender que a veces se falla

La joven admite que en ciertas ocasiones se da cuenta de que está utilizando su móvil, sin haber sido consciente de dejar lo que estaba haciendo. Pero Martin asegura que es algo normal, especialmente con límites tan estrictos, y para personas que han vivido siempre rodeados de estas tecnologías. Añade que, por tanto, darse la decencia de fallar es un paso inicial para progresar.

"Los 'Z' son más propensos a usar las redes, ya que las han tenido desde siempre. Es comprensible que precisamente por eso lo han asimilado, y sus umbrales llegan hasta tales extremos", afirma Martin.

Los resultados hasta ahora

Un trabajo de la Universidad de Pensilvania muestra que al reducir el uso de redes sociales disminuye también la sensación de soledad, de ansiedad, de depresión o los problemas para dormir. La joven aseguraba tener síntomas de depresión, y dice que han bajado considerablemente. Admite que antes se comparaba con otras personas, y ya no siente esa necesidad de hacerlo, a parte de que nota que su autoestima ha aumentado.

Además, al cambiar el tiempo en redes sociales (inactividad física) con otro cocinando platos saludables y haciendo ejercicio, asegura estar más en forma. Por tanto, menos tiempo de pantalla implica más horas para cuidar su salud física y mental.

"Tienes la oportunidad de relacionarte con el mundo un poco mejor, así como la de gastar tu energía en otros ámbitos. Piensa en cuánto tiempo vas a ganar al día con otras cosas", reflexiona Martin.

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