
La pérdida auditiva es una de las tres enfermedades crónicas más prevalentes que afectan a la población mayor. Se estima que en España hay casi un millón y medio de personas con una discapacidad auditiva de distinto tipo y grado, según los últimos datos publicados por el Instituto Nacional de Estadística (INE). Los implantes cocleares se postulan como una de las soluciones más eficaces para recuperar la audición, ya que presentan un nivel de eficacia muy cercano al 100% y están indicados para casi todas las sorderas habituales. El problema es que en España solo el 5,7% de los candidatos adultos a llevar un implante coclear recibe este tratamiento.
Se trata de un dispositivo de alta tecnología implantado mediante una intervención quirúrgica que sustituye la función del oído interno dañado. A pesar de que se ha demostrado que es el método más eficaz para el tratamiento de la pérdida de audición en casos de sordera severo-profunda, el uso de estos dispositivos entre los pacientes afectados se encuentra entre el 10% y el 15%. La falta de conocimiento sobre los beneficios que aportan los implantes cocleares se debe, entre otros factores, a las carencias informativas en la cadena sanitaria que atiende a las personas con problemas auditivos.
El estigma de los dispositivos auditivos y el miedo a la operación quirúrgica también son factores que hacen que los ciudadanos rechacen o retrasen la implantación coclear. "No todos los profesionales de la medicina están al día de todos los avances que hay en el mundo de la pérdida auditiva y hay gente que queda anclada en otras épocas en donde no era posible corregir ese tipo de pérdidas. En el mundo de la otorrinolaringología sí que hay información, pero en el mundo médico es necesario que se sepa cuáles son las indicaciones y las capacidades de los sistemas auditivos", explica a este medio Carlos Cenjor, jefe de Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Fundación Jiménez Díaz de Madrid.
Su precio medio ronda los 25.000 euros y está incluido en la cartera de servicios del Sistema Nacional de Salud. De hecho, hasta la fecha, la sanidad pública es la que más absorbe los tratamientos de implante coclear (90%). "El implante es una tecnología cara, pero es muy segura, muy predecible, de larga durabilidad y que corrige completamente las sorderas severo-profundas. El precio aproximado ronda los 20.000 y 25.000 euros, pero incluye el implante y los procesadores externos", afirma Cenjor.
Se estima que el número aproximado de personas con implantes cocleares en todo el mundo es de un millón, en Europa alrededor de 500.000 y en España en torno a 22.000. Se considera que en España solo les llega la información sobre este tratamiento a menos de uno de cada diez pacientes. "Es muy importante destinar los recursos sanitarios en todas la Comunidades Autónomas para la implantación coclear en personas mayores. Es un tratamiento que aumenta la calidad de vida de los implantados, de manera que facilita enormemente su vida social", afirma Manuel Bernal Sprekelsen, presidente de la Sociedad Española de Otorrinolaringología y Cirugía de Cabeza y Cuello (SEORL-CCC).
La cobertura del implante contempla el producto, la cirugía, seguimiento audiológico y rehabilitación auditiva, con particularidades en función de la comunidad autónoma/hospital. La normativa (cartera básica ortoprotésica) indica para el procesador de sonido tiene una vida media de siete años, a partir de la cual se abre la posibilidad de renovarlo también a través de la sanidad pública, según Gaes.
Primer Libro Blanco
Gracias a esta innovación tecnológica, con más de 35 años de experiencia España, la calidad de vida de las personas con pérdida auditiva severo-profunda ha mejorado de manera significativa. Así se recoge en el primer "Libro blanco sobre los implantes cocleares en adultos y ancianos", que se ha presentado este martes en la Comisión de Sanidad del Congreso de los Diputados.
Las pérdidas auditivas no solo impactan en la capacidad para percibir sonidos y entender la palabra hablada, sino que también puede provocar caídas, demencia, depresión, aislamiento social y deterioro cognitivo. Además, esta problemática restringe la capacidad de comunicación, afectando a las relaciones interpersonales y el desarrollo educativo y profesional, obstaculizando las oportunidades de empleo.